«015»

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Yibo caminó paulatinamente hacia la habitación de lavado, con una pequeña cesta de ropa sucia

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Yibo caminó paulatinamente hacia la habitación de lavado, con una pequeña cesta de ropa sucia. Cuando terminó con la primera carga de limpieza, el lavarropas se volvió a llenar de agua, cerró la tapa y presionó el botón de encendido, pero la máquina no funcionó al instante, ya qué se había olvidado de colocar el líquido suavizante.

En la pared, exactamente, en la parte superior al artefacto de lavar, había una repisa de madera, en donde se encontraba la sustancia aromática. La botella estaba situada hasta el fondo de la tabla, y por más que se estiró, no logró alcanzarla.

—¡Agh! ¡Chun, te he dicho más de mil veces que no me pongas las cosas hasta allá!— Bufó molesto.

No se dió por vencido y continúo en busca de su objetivo, pero todas sus intenciones finalizaron en el mismo fracaso. Se estremeció, cuando una mano varonil se posó en la tapadera de la lavadora, luego un brazo, sin hacer el mínimo esfuerzo, alcanzó ese envase por el que tanto luchó.

—¿Alguna vez pensaste en crecer de estatura? Porque mentalmente ya me quedó claro que no— Pronunció la voz del pelinegro. Yibo en verdad detestaba cuando Zhan se ponía en modo seductor irritante, le arrebató el suavizante de las manos, no sin desintegrarlo con la mirada.

—¡Jajaja!  Mi estatura es promedio, tú eres el que parece un poste de luz.

—Sí, claro, tu estatura es promedio de una pulga—Sonrío divertido.

—¿No tienes nada mejor que hacer, en lugar de estar incomodando a las personas?— Preguntó el peliazul. Luego de echar andar la lavadora nuevamente, se sentó en mueble acolchonado que se usaba para doblar y planchar la ropa.

—No... ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso mi presencia te pone nervioso?— Zhan se le acercó de una forma una sigilosa, pero a la vez peligrosa, se posicionó entre sus dos piernas y lo condenó en la funda del mueble.

—¿Tú? ¿a mí? ¡Ni en tus sueños!— Mintió, jamás le diría que sí, sin importar que desde lejos se veía con claridad que estaba más que nervioso. Él sabía que aquel juego solo era uno de los arranques de locura, con los que Zhan lo hacía enojar.

Yibo abandonó el cálculo del tiempo. Lo demás sucedió por medio de una velocidad extraordinaria.

De un segundo a otro, la atractiva y compulsiva boca de Zhan, ya se encontraba devorando la suya. El delirio lo envolvió y su sensatez desapareció en cada partícula de aquellos labios ardientes, tanto que le resultó imposible no seguir el ritmo de ese fugaz e impetuoso beso, con tan poquito, aquél ladrón empedernido se convirtió en su droga favorita.

Los demandantes movimientos de sus labios eran producidos por la sobredosis de una vehemencia profunda y constante... el menor abrió el paso y después percibió la desordenada fiereza, en la introducción gloriosa de aquél miembro carnoso, que apasionadamente recorría cada rincón de su cavidad oral, dando inicio a una explosión de lujuria.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐚𝐛𝐲𝐬𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫|| 𝚉𝚑𝚊𝚗𝚈𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora