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Yibo camino más allá del patio trasero del campamento. Llegó a un terreno solitario, sin construcciones, ni señas de fincas, solo los frutos cultivos de la naturaleza.
—¡Genial, Xiao! ¡No sabía que cinco minutos fueran equivalentes a media hora! ¡Pero claro, al final siempre soy yo el tardado!— suspiró frustrado cruzándose de brazos.
Llevaba exactamente 30 minutos esperando y Zhan no aparecía por ningún lado.
—¡Hola!— Finalmente pronunció una voz masculina a sus espaldas.
A pesar de que esa presencia podía indicar el final de su espera, Yibo no se alegró ni tan solo un poco, sabía distinguir los diferentes tonos de la sensual y aguda voz de Zhan, y esa voz misteriosa no tenía ningún tono de esos.
—¿Tú?— exclamó admirado, se giró y se encontró al chico que conoció en el baile al que había asistido antes.
—Mi nombre es Dylan, ¿estás esperando a alguien?— preguntó.
—... No, solo admiraba el entorno— Mintió, él no tenía por qué darle explicaciones a una persona que solo conocía de vista y, para cortar la conversación, se puso a jugar con las ramas de un viejo árbol.
—Debes ser muy original, jamás había visto a un chico interesado en un montón de hojas marchitas y en un tallo seco— Dylan insistió en hacerle plática.
—No soy como todos los chicos que conoces— aseguró.
—Exactamente eso me interesa de ti...— añadió, por muy bajo que fuera el nivel, Dylan le estaba coqueteando— ¿Podría saber cuál es la relación que tienes con Xiao?
—Eso no te interesa, Dylan, son mis asuntos, no los tuyos— contestó. Tristemente no podía dar otra respuesta, aún no tenía claro que era el uno para el otro.
—Okay, como tú digas... En mi auto tengo una nevera y solo está a unos cuantos pasos de aquí podemos ir a tomar un refresco y a platicar más— ofreció amistoso, de esa clase de amistad que desde el inicio te deja claro que no debes dejarte llevar por ella.
—¿Cómo sé que no me llevarás con un secuestrador?
—Para ser un niño de 15 años pareces tener mucha experiencia— rió el chico.
—Tengo 17 años, y no es eso, lo que pasa es que no confío en ti.
—Anda, vamos, no te haré daño.
“No puedes ir, Yibo, tú tienes novio”
“¡JAJA! Cierto ¿Cuál novio?”
“Solo te besaste con él, eso no dice nada, y el hecho que aceptes ir con este chico tampoco dice nada malo”
Internamente armó una mesa redonda, pero sus argumentos se contradecían a sí mismos.
Dado que Zhan seguía sin aparecer terminó convenciéndolo. Justo a unos cuantos pasos más adelante llegaron a un convertible rojo. De la nevera del auto, Dylan sacó dos latas de refresco de grosella,le ofreció una y Yibo la aceptó.
