𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐚𝐛𝐲𝐬𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫|| 𝚉𝚑𝚊𝚗𝚈𝚒

«027»

—Hey, tú. ¿Quieres ser el chico de este idiota con cara bonita?

Estará bien decir un: “Me encantaría”

Todo su cuerpo se estremeció al sentir como las manos de la persona que tenía atrás se ceñían con suavidad a su cintura. En todo el mundo había solo una persona que lograba ponerlo de esa manera con un simple tacto.

—¿ZhanGe...?— se dio la vuelta. El pelinegro lo abrazó contra su pecho.

Zhan era mucho más alto que Yibo, el menor muy a penas lograba sobresalir un poquito de sus hombros.

En medio del caluroso abrazo fue levantado su cabeza con los ojos cerrados buscando los labios de Zhan, hasta que los encontró; sintió la presión de unos pliegues tibios sobre los suyos.

En cuanto sus labios se encontraron como atributos perdidos, comenzaron a acariciarse a un solo ritmo, lento, pues no tenían prisa por separarse; solo se demostraban el cariño que empezaban a tenerse.

Yibo sintió unas extrañas cosquillas eléctricas recorriéndolo de piezas a cabeza, haciendo más énfasis en su vientre y Zhan, por su parte, se encontraba igual.

Siguieron besándose, ladeando el rostro al lado contrario para darle sabor al beso que los dos necesitaban.

—¿Eso fue un sí?— preguntó Zhan en un susurro.

—Creo que sí, eso traté de dar a entender, ¿Por qué lo dudas?

—No es mi culpa que seas tan impredecible.

—Bueno, pues ahora bésame antes de que me arrepienta.

Zhan soltó una risita y lo cargó, solo buscaba una posición más cómoda para besarlo.

Las piernas de Yibo se pegaron, involuntariamente, alrededor del rizado; luego sus alientos se mezclaron una vez más.

—Solo alguien como tú, Wang Yibo. Solo quiero en mi vida a alguien como tú— susurró antes de volver a succionarlo.

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—En realidad, ¿qué posibilidad hay de que haya algo ahí abajo?— dijo el menor mirando el suelo.

Los dos ya se encontraban en sus respectivas camas, solo que tenían sus manos entrelazadas ante la obscuridad del suelo.

—BoDi, no esperes que de ahí abajo salga un pequeño diablillo verde y con un solo ojo— bromeó

—¡Ja! Que buen apodo me pusiste— trató de que sonara con sarcasmo, pero en realidad le gustaba ese apodo— y n­o estoy jugando ZhanGe, tampoco estoy asustado, solo no tengo tanto sueño— Mintió, pero no engañó a nadie. Sus párpados ya le pesaban un poco, pero por caprichoso no quería dormirse.

—Ven...— El pelinegro levantó las sábanas invitándolo a meterse en la cama con él.

Yibo no comprendió del todo el significado del mensaje, sin importar eso, se salió de su cama y fue hacía la de él, pero no entro en confianza solo se sentó en la orilla. Zhan se carcajeó y luego con un movimiento lo acostó a su lado tomando una posición de cucharita.

—¿Así podrás dormir?— Yibo se giró para poder verlo, y este le plantó un par de delicados besos en la frente.

—Sí, seguro. Pero antes ¿Cómo fue que lograste sacarme de la habitación?— “Agh, que alguien le pegue”

—¿Por qué me haces un montón de preguntas cuando estoy tratando de ser romántico contigo?— agregó divertido.

—Bien, ¡ya guardaré silencio!

—Te conozco Yibo, sé que eres demasiado curioso y también sé que dependes demasiado del teléfono como para memorizar los números telefónicos, solo fue cuestión de tomar tu teléfono a escondidas y borrar mi contacto— confesó.

—¡Wow! ¡No sabía que pensabas!... Pero-

—Pero nada, ahora deja de usar tu curioso cerebro y ya duérmete...

Yibo carcajeó, mientras se acunaba más a sus brazos y cerraba los ojos...

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Último día del campamento, los jóvenes traviesos tenían que disfrutar al menos un poco antes de regresar a su ciudad.

—¿Entonces ya son novios? ¿Has pensado en cómo será su primera cita?— insinuó la castaña.

—No, Ziyi, ya deja de mortificarme con eso— pidió el de cabello azul.

—Aún sigo sin creerlo— Soltó HaoXuan— ¿Por qué no conseguiste algo mejor?

—Xuan, deja de culparlo y mejor anímate con Ziyi— mencionó Ji Li. Al susodicho se le atoraron las semillas del trozo de sandía que comía.

—¿Qué? ¿Por qué conmigo?— reclamó la castaña, sin quitar su cara de “voy a matarte Ricitos”.

—Vamos, Ziyi. Hao y tú son igual de orgullosos, son tan compatibles, no quedan para nada mal— volvió hablar Ji Li.

—Sí, tiene razón— admitió Jiyang.

—¡Bo! ¡diles algo!— se quejó.

—No, a mí no me metan en sus confesiones.

—Yo concuerdo con YangYang y Ji Li— opinó ZhuoCheng.

—Claro, no se te olvidé que a ti también te gusta alguien, ¿verdad Cheng?— agregó la castaña, el mencionado entre cerró los ojos.

—Sí, anda Cheng, dile a Bo que estás enamorado del hermano de su mejor amiga...— gritó Hao.

—¡Wow! ¿De FanXing!? ¡Eso sí me sorprende! Pero no puedo quedarme a escuchar sus verdades, tengo que irme...— Yibo le restó importancia y se levantó de la silla.

—¿Y tú a dónde vas?— dijo Ziyi.

—No les importa... Estaré bien.

—La última vez que dijiste eso terminaste en el auto de un cobarde...— agregó Ji Li.

—Mejor quédate, Bo— le pidió Cheng.

—Sí, y no es una opción— siguió JiYang.

—¡Agh! Ahora regreso, no me tardaré— Yibo era muy necio.

—Deberías hacerles caso y quedarte, cariño, que tenemos tantos problemas que arreglar— habló esa voz fresa y fastidiosa, la que lo sacaba de sus casillas con tan solo escucharla.