Capítulo 2

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Aquello era como un sueño, Frank estaba a su lado, tomándolo de la mano, y no podía evitar sentir una punzada eléctrica recorrer todo su cuerpo y aquel aleteo de mariposas dentro de su estómago. Todo era perfecto, nada podía ser mejor.

Pensó por unos momentos que aquella noche tan especial no terminaría ahí, pues mientras miraba las estrellas comenzó a imaginar miles de escenarios en su mente sobre cómo Frank le confesaría su amor esa noche y él, tan enamorado como se encontraba, le respondería que sentía lo mismo y se echaría a sus brazos, cerrando aquella declaración con un profundo beso.

Sin embargo, después de un rato de aquella tranquilidad en la que se encontraban envueltos y en la que ambos se olvidaron de todo y de todos, una chica llegó hasta donde se encontraban, era pequeña, con su cabello negro y flequillo, estaba tan sonriente cuando se paró frente a Gerard y Frank. Ella dijo simplemente "hola" y Frank soltó la mano de Gerard, esbozó una gran sonrisa y pronto se incorporó, se puso de pie y cuando estuvo a un costado de ella tomó su rostro y la besó en los labios. Gerard no podía creer lo que sus ojos veían, Frank, su Frank había besado a aquella chica, sintió como algo dentro de él se partió en dos y de repente lo inundaron unas inmensas ganas de llorar, pero no lo iba a hacer frente a Frank y aquella chica.

Gerard se incorporó y se puso de pie, pronto Frank se apresuró a decir: "Gerard, te presento a Jamia, mi novia, espero que no te moleste que no te la haya presentado antes, es que hace apenas unos días comenzamos a andar", la chica lo saludó y le deseó feliz cumpleaños, pero Gerard no supo si quiera cómo reaccionar.

- Un gusto Jamia. Disculpen tengo que ir... al baño- Dijo Gerard con la voz algo temblorosa y se retiró de aquel lugar, dejando a Frank un poco confundido. Gerard sentía un nudo en su garganta, sentía que las lágrimas en cualquier momento iban a comenzar a brotar, había un vacío en su estómago, no podía estar más ahí, viendo como el chico al que tanto amaba estaba al lado de otra persona abrazándola, besándola, definitivamente no soportaba eso, mucho menos después de haber creído que él sentía lo mismo, pero qué tonto fue, ahora se sentía como un idiota por fantasear con que su mejor amigo igualmente estaba enamorado de él.

Pasó entre la multitud, pasó desapercibido, como siempre, porque aunque el motivo de aquella celebración era su cumpleaños, realmente a nadie le importaba, lo que todos querían era pasar un buen rato, beber, no festejarlo, ni siquiera le hablaban, ni siquiera lo conocían.

Gerard salió de la casa de Ray y corrió y corrió mientras sentía el aire frío clavarse en su rostro, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y sentía el sabor salado en sus labios. Sentía que le faltaba el aire, las piernas comenzaban a doler, pero no quería detenerse, no quería mirar atrás, sólo quería llegar a su casa, tumbarse en su cama y dejar salir todo aquel dolor que estaba acumulado en su pecho.

Hace apenas unas horas estaba ahí, en los brazos de Frank, quien fuertemente lo estrechaba contra él para felicitarlo por su cumpleaños, estaban riendo, estaban tirados en el piso mirando las estrellas, estaban tomados de la mano, estaban tan felices y de repente todo aquello se esfumó cuando llegó aquella chica, cuando Frank le hizo ver que él no era suyo y que nunca lo había sido, y que fue un tonto por haberse hecho falsas esperanzas.

Esperaba que sus padres no estuvieran en casa, que su hermano Mikey no se preocupara por él al no verlo en aquella fiesta, sólo quería estar solo, sólo quería sacar todo el dolor de su pecho, sólo quería desaparecer.

Para su fortuna no había nadie en casa, seguramente sus padres sabían de aquella fiesta y habían decidido salir. Con prisa subió las escaleras, abrió la puerta de su habitación, entró y se lanzó a la cama, tomó su almohada y dejó salir todo su llanto. No entendía cómo aquel día, de ser el mejor de todos porque Frank, su mejor amigo, le había organizado una fiesta sorpresa, pasó a ser el peor, enterándose que Frank no sentía nada por él, que todo aquel amor no era correspondido y nunca lo sería.

Sus ojos ya se habían secado, sin embargo aún sentía tantas ganas de llorar. Sentía tanto dolor, estaba tan inmerso en sus pensamientos que no notó cuando su celular comenzó a sonar. Luego de sollozar por un prolongado tiempo y tras aquella agitada carrera hasta su casa, cayó rendido en un profundo sueño.  

Frank ¿Me quieres? (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora