Capítulo 30

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Nila había olvidado que ese mensaje llegaría tarde o temprano sacándola de su burbuja, bueno, si era sincera consigo misma había esperado que ese mensaje sea su escape por si las cosas con la familia de Darío resultaban mal

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Nila había olvidado que ese mensaje llegaría tarde o temprano sacándola de su burbuja, bueno, si era sincera consigo misma había esperado que ese mensaje sea su escape por si las cosas con la familia de Darío resultaban mal.

«No fue así», se recordó mirando al niño que no dejaba de sonreír y corretear por todo el lugar.

Deseaba tanto quedarse, pero no podía. Si quería avanzar tenía que terminar con todos sus asuntos de raíz, duela lo que le duela.

—Debo irme —le avisó a Mariel que la miró sorprendida.

—¿Por qué? Si es por Salvador...

—No es por él —la cortó Nila, lo último que quería era que culparan al chico de que se fuera— Solo... Tengo asuntos que resolver y necesito irme.

—Entiendo ¿Te puedo ayudar en algo? —le preguntó la hermana de su pesadilla y ella negó.

—Iré a despedirme de Darío —avisó antes de acercarse al niño que no estuvo muy feliz sabiendo que se iba a ir.

—Pero es mi fiesta.

—Lo sé y lo siento, de verdad —se disculpó. Jamás pensó que su hermano sería así de caprichoso, aunque le parecía lindo que no quisiera dejarla ir, en ese momento no podía ceder— Mira, te prometo que te compensaré.

—Quiero que te quedes.

El sonido de su celular interrumpió cualquier respuesta que pudiera darle al niño mientras contestaba— Ya salgo.

—Solo confirmaba —le confirmó la persona del otro lado— No tienes que hacer esto ¿Sabes? Puedes quedarte.

—No me voy a echar para atrás.

—Lo sé —y el suspiro que salió con esas palabras le confirmaba que su amiga no estaba de acuerdo con su decisión.

Lástima que ya se le hubiera metido en la cabeza hacer aquello.

Mirando a Darío, Nila dijo a la persona en el teléfono— Solo espera un segundo me estoy despidiendo —y colgó— Darío...

—No te vayas —y el tono lloroso con el que se lo pedía le rompía el corazón— Eres mi hermana, no te vayas —le repitió abrazándola.

No sabía que hacer por lo que buscó con la mirada a Mariel que solo la observaba a la distancia junto a su madre sin acercarse.

«Por favor», pidió moviendo sus labios, pero ambas mujeres negaron; sin embargo, la madre de Darío señaló a un lado de ellos haciendo que dirija su vista en esa dirección para encontrarse con alguien que no esperaba.

Salvador iba hacia ellos caminando como si fuera el dueño de la fiesta, que no era, aunque el lugar si era su suyo.

—Darío —llamó el chico suavemente a su hermano que volteó inmediatamente hacia él— Ven —le ordenó con el mismo tono mientras se inclinaba a su altura.

Amor [Extra] OrdinarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora