A veces lo mejor que una persona puede desear es vivir en paz. Tener tranquilidad y estabilidad en su vida mientras comparte con los que quiere sin miedo a salir lastimado o lastimar alguien en el proceso.
Nila tenía eso, o bueno, casi.
Aún estaba lastimada y lastimaba a alguien.
¿Cómo todo se había torcido tanto para ella en tan poco tiempo? No lo sabía.
Meses atrás lo único en lo que había podido pensar era en sobrevivir a otro día en la universidad, molestar a Joss, compartir con su mejor amiga, componer canciones, bailar, actuar, cantar. Pasar tiempo con su madre y ser la mejor persona posible por ella misma.
Ahora todo era diferente. Tenía un hermano con quién compartir el tiempo entre su familia y su madre. Dos mejores amigas que se habían vuelto inseparables y sobreprotectoras con ella. Un curso universitario que cada vez era más difícil. Una conciencia que le reclamaba el estar lejos de Salvador cada que lo veía a la distancia mientras su corazón aún sufría por Elián. Una enemiga que ahora sí se dedicaba a ignorarla y por último, y no menos importante, dos ofertas que habían puesto sobre su mesa.
Una de ellas que seguía rechazando como en ese momento.
—Lo siento, pero no —respondió Nila a la madre de Salvador.
La señora podía ser muy buena, pero a la vez tan desesperante cuando no obtenía lo que quería.
—Es el apellido de tu padre —le señaló por enésima vez— A él le hubiera gustado que lleves su apellido.
No lo dudaba.
Según su madre, su padre era un buen hombre, noble, honesto, y demás, pero ellos nunca habían tenido una relación y cambiarse el apellido lo sentía como una traición hacia la persona que estuvo con ella durante todo lo que llevaba viva.
—Ya tomé mi decisión, señora —le dijo Nila cansada del tema— Gracias, pero como le dije no aceptaré esto.
—¿Ni por Darío?
—A Darío no le interesa mi apellido.
A su hermanito poco le importaba eso, o el lugar en el que vivía, que había visitado en los días que lo llevaba a su hogar durante el tiempo que había pasado.
—¿Herencia?
—Señora —advirtió Nila con un tono duro.
—Lo siento no quise insinuar nada, de verdad —le dijo y aunque ella lo sabía le molestaba.
Una cosa que no había superado.
Desde que Elián la había tiltado de interesada, cualquier palabra o insinuación al respecto hacía estallar sus nervios.
Entendía que, como la mamá de Darío, había personas que cuando querían ofrecerle algo o comentaban beneficios que ella podría aprovechar no lo hacían con mala intención; sin embargo, su mente no lo tomaba así y Sara era la prueba viviente de ello.
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Amor [Extra] Ordinario
Novela JuvenilNila tiene todo lo que siempre quiso en su vida, o casi todo. Después de años sin saber mucho de su mejor amigo, Elián regresa a su vida de manera inesperada haciendo resurgir sentimientos que creyó enterrados. Sin embargo, no todo es felicidad. Sal...