Mani no intentó dormir esa noche, ni ese día. Más bien salió al café para ver si encontraba a Mich.
Cada segundo que pasaba sin verla con el suspenso en la superficie de su hasta ahora inquieto ser era como una realidad que atormentaba más y más.
Entonces la campana de la entrada del café hizo el sonido. Un cliente. Era Mich.
Entró con su enorme sonrisa mientras observaba a los que ya tomaban su café buscando a alguien. Lo encontró. Mientras Mich se sonrojaba, Mani atormentado por este nuevo sentimiento sufrió un ataque de mariposas en el estomago confundido por un ataque de pánico. Antes de que Mich pudiera decir cualquier cosa Mani se fue.
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Diario de una ilusión
Science FictionMani ya no quiere estar dormido. Quiere confundir realidad y sueño y escribir sobre ello.