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Mani creía con toda el alma que la gente se perdía entre los sueños y la realidad. Tenía que creerlo. ¿Por qué otra razón podría ser que no podía encontrar a Michelle?

En la Editorial Fernando, Periódico Magistral (sí, como el agente de limpieza para amas de casa desesperadas) las cosas tampoco iban bien, principalmente porque cierto personaje había decidido empezar a escribir artículos con sonidos, y sonidos con artículos.

Hmm, ga ga.

Hmm, mua, mua, shhhhhhh.

Shhhhh.

Ma, ma, ma. Om shiv. Hmmmmmmm.

Ga, ga.

Y sin una segunda leída le entregaba el artículo a su amigo Oy Alep y seguía con su vida, como si el artículo reciente fuera igual de profundo que los anteriores en los que explicaba del amor a los habitantes de la realidad. La gente del periódico encontraba brillantes sus artículos recientes, como era de esperarse; pero el problema es que la gente de la realidad no estaba preparada para esperar tantos días por el siguiente artículo de un escritor apasionado que entregaba puntualmente escritos sobre nuevas sensaciones de los soñadores y que de pronto decidía escribir artículos con sonidos que, sin duda, eran brillantes, pero se acercaban más a la realidad que a la novela que querían leer sobre los soñadores.

La gente de la realidad, los seres perfectos con mundos perfectos y solitarios- hasta donde sabía Mani- se habían acostumbrado a tener en sus casas las historias sobre una realidad que les fascinaba y desconcertaba. Que si los soñadores tomaban café amargo y le ponían azúcar para quitarle un poco el sabor a tristeza, que realmente creían que esa era la realidad, que el mundo de los sueños no era un lugar solo como el mundo en el que ellos vivían sino un mundo lleno de colores y simplezas que se complicaban hasta formar relaciones amorosas. La gente que leía Magistral todas las mañanas infinitas se negaba a leer los artículos con sonidos que se parecían más a como suenan las raíces de los árboles bajo la tierra real.

Mani se veía mejor que nunca. De tanto dormir y sólo despertar para escribir sobre los sonidos que hacía Mich al romper el agua de su existencia contra las ramas de sus árboles se le habían quitado las ojeras naturales y el aire misterioso. Era un hombre nuevo, renacido de tanto dormir. Pero por dentro estaba destrozado de tanto buscar a la mujer que amaba, harto de fingir que escuchaba el agua de su mirada y el sonido de sus manos trenzando su pelo.

Poco a poco fue perdiendo la luz de la esperanza que encendía como la antorcha de las olimpiadas en la parte más escondida de su realidad, bajo tierra. Michelle estaba perdida, eso era seguro. Como un luto soñador la gente de la realidad comprendió por lo que estaba pasando Mani, aunque fuera por algunos pocos instantes. En el corazón del mundo de Hermenegilda HojasVerdes se secó Remedios, el trébol. En el mundo compartido de madre e hija se propagó un silencio que acalló hasta al viento. La Señorita HojasVerdes sintió como se le achicharraban las alas mientras subía al Sol, como hacía cada Domingo después de tomar el té con su madre, y se dejó caer a un lado de donde se secó Remedios.

Oy Alep sintió en sus ojos unas lágrimas calientes mientras se inspiraba en su realidad para un nuevo artículo. Oy dejó de bailar sobre sus alas de pluma de pavo real y cerró los ojos de ave asustada mientras dejaba que de su alma entristecida saliera el humo del incienso para el ritual en honor al universo.

Thomas Green sintió desaparecer su cuerpo soñador entre sus dedos reales. Sintió cómo se le paraba la respiración al escuchar a su hermano declamar. Recordó el día en que lo llevó al templo budista al que ella iba todos los días, y también el día en que lo abandonó y le quitó los recuerdos para que pudiera ser feliz. Sintió el fracaso calándole los huesos.

El universo se sintió vacío por unos instantes mientras Mani leía en voz alta su artículo con autoridad en la voz y melancolía en el corazón.

- Shhhhhhh.

Y los latidos del corazón se iban acallando de tristeza.

- Ma, ma, ma. Om shiv. Hmmmmmmm.

Ga, ga.

Mani se dejó caer en un sueño eterno cansado de tanta realidad y volviendo hacia ella como un niño regresa a su madre.

Diario de una ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora