Mich despertó en la noche como era su costumbre. Ella era una persona nocturna se puede decir ya que no le importaba realmente si era de noche o de día, y se le antojó un pedazo de pizza y una malteada; bien fría. Salió con su peculiar manera de caminar entre bailando y caminando a través de las angostas y anchas calles de San Luis Potosí. La ciudad de las leyendas. Ése era uno de los buenos motivos por los que ella vivía aquí. Las calles ansiosas por contar su historia se entre-comunicaban por aquí y por allá hasta llegar al centro de la ciudad, que era hacia donde Mich iba. Calles empedradas, faros estilizadamente largos y negros iluminan las calles y casas clásicas, viejas y bien conservadas.
Cuando llegó al kiosko vio a un hombre de saco color vino. "Es Mani", pensó. Con una alegría inexplicable una sonrisa se le dibujó en el rostro y avanzó hacia él para saludarlo. Desafortunadamente no era él. Durante esa semana se habían visto mutuamente de rápido en la calle sin saludarse. Generalmente alguno levantaba la vista mientras el otro lo veía y al instante los dos bajaban la mirada. Escena bastante chistosa.
Pero al sentir esa fascinante alegría al creer ver a Mani, Mich decidió que era el momento de ir a verlo.
En el camino sintió una inseguridad desconocida. ¿Mani estaría feliz de verla?, ¿Cuál sería su reacción? Entonces acobardada por su propia duda decidió detenerse al único puesto nocturno de la ciudad, compró el "Magistral".
Nueva sensación irreal: Amor
Por Mani
Estamos tristes y aburridos porque en la soledad de nuestra realidad no podemos ver lo felices que nos puede hacer otra persona. Es posible que regresemos a los sueños de vez en cuando porque tenemos la ilusión de que algo más que nuestra realidad existe [...]
Mani no despegó su mente del nuevo artículo y cuando lo llevó a impresión se volvió a encontrar a su amigo Oy.
-¿Cómo estás hoy novato?
-Muy bien a decir verdad.
-Veamos que trajiste J.K. Howling.
Oy tomó el nuevo artículo y lo leyó sin pausas. De vez en cuando hacía un gesto de aprobación.
-Buena esa novato, muy buena.
-Gracias.
Mani salió apurado por la puerta de emergencias. Tuvo un inesperado antojo de malteada. Él era como una mujer embarazada. Sus sentimientos lo manejaban como marioneta y a él no parecía importarle. Era una persona excesivamente impulsiva.
Mani entró a la Michoacana. Una señorita muy bonita de ojos grandes de color gris, morena, y con el pelo negro, atendía el mostrador. Pidió una malteada de fresa con chispitas y se fue a sentar debajo de un gran árbol del que caían mandarinas.
Una mandarina cayó en la cabeza de Mani. Aturdido por el golpe, volteó al árbol para darse cuenta que una tonelada de mandarinas le atacaban.
Grandes carcajadas acompañan el grito de Mani. Mich baja ágilmente del árbol mientras sonríe y deja ver sus parejos dientes. Una larga sonrisa se dibuja en la cara de Mani, olvidando cualquier intento de terrorismo vengativo anteriormente planeado.
Sin saber exactamente como el pequeño encuentro llegó a ese nivel, bolas gigantes de crema chantillí adornadas con chispitas volaban por el aire entre ellos dos. Más risas. Después de una larga guerrilla de crema de chantillí acabaron tirados en el pasto debajo de ese gran árbol parloteando sobre la vida.
Común, muy común, después de un rato de risas y carcajadas se llega a dar una conversación profunda; como los borrachos. Era impresionante lo mucho que Mich amaba a la vida. Y no como esos hipócritas que dicen que la aman y matan con tanta facilidad. No. Ella en verdad la amaba y la respetaba.
Mani se quedó hipnotizado viendo como Mich se hacía una trenza francesa mientras tarareaba una canción. Su pelo iba y regresaba una y otra vez dejando entrever las flores rojas que adornaban el cabello café chocolate de Mich, al final una larga hoja amarró el final de la trenza. Mani pensó en la palabra "enamorar". Se acercaba cada vez más a ella.
La risa fuerte y un poco alocada de Mich sacó a Mani de su trance.
-Vámonos ya.
En ese momento fue en el que Mani se dio cuenta de lo tarde que era. No sabía si estaba atardeciendo o amaneciendo, pero el Sol estaba a la mitad de cualquiera de esos procesos.
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Diario de una ilusión
Science FictionMani ya no quiere estar dormido. Quiere confundir realidad y sueño y escribir sobre ello.