II. Libertad ━ Finnick Odair

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FINNICK SE LANZA A LA CAMA CON DRAMATISMO, deja salir un suspiro y finge ahogarse en su propia miseria mientras yo no evito reír de lo que él considera su desgracia más grande. Me siento a su lado y acaricio su mejilla antes de acomodarme a su lado y apoyar mi cabeza en su pecho, sintiendo sus brazos rápidamente tomar sitio entre mi cuerpo, atrayéndolo más al suyo. Sigue suspirando, sin embargo, no le tomo atención a su exageración, puesto que estaba acostumbrada a ello.

Durante la cena, Mags había admitido en un susurro tímido que quería presentarnos a su novio. Finnick, como toda una persona exagerada y dramática, dejó caer los cubiertos al plato y se atoró con su propia saliva al saber que su pequeña de diecisiete años tenía novio, que todos lo sabíamos, menos él. Peeta y Arsen le habían advertido que la etapa de novios llegaría tarde o temprano y que debía prepararse, pero Mags no había mostrado interés real en nadie, siempre decía que no quería una relación y estaba mejor sola; claro, hasta que conoció a este chico y decidió que era buena idea no decirle a su padre que llevaba casi un año con él.

— No puedo creer que mi pequeña princesa tenga novio — refuta —. ¡Es muy pequeña! Quizá este chico sólo quiere aprovecharse de ella y sea un idiota. A esa edad los chicos sólo piensan en una cosa y no es precisamente en lo linda que es mi hija.

— Finn...

— Quiero decir, ¿cómo podría confiar en un rufián como él? ¡Se está aprovechando de ella! Mi pequeña princesa... ¡Qué locura! No, no podemos permitir esto, Selene, no, es mi bebé.

— Finn...

— Es muy pequeña para salir con alguien, además, es un encanto, no ve la maldad en las personas. Deberíamos tener una charla con ella, ¡mi pequeña! Qué vándalo. No le daré mi autorización, que ni lo piense.

— Finnick Odair, ¿te vas a callar? — alzó una ceja, volviendo a sentarme en la cama. Él finge inocencia ante mi mala mirada —. Mags tiene diecisiete, Finn, y ha estado ocultando esto de ti porque estaba asustada de cómo lo fueses a tomar. Sigues pensando que tiene cinco años, y no es así.

— Amor — se apoya en sus mismos codos para observarme —, me preocupo porque es muy pequeña aún. Sé que es pequeña. ¡Es mayor que ella!

— Y te recuerdo que yo tenía dieciséis cuando me acosté contigo por primera vez, y tú diecinueve — ataco con una sonrisa burlona, viendo como resopla al verse sin argumentos válidos —. Mags tiene mejor criterio del que teníamos nosotros a su edad.

— Era muy diferente la situación, no teníamos opción.

— Tuviste la opción de no besarme las veces que lo hiciste antes de que comenzáramos nuestra relación — le recuerdo —. Y, aun así, lo hiciste bajo el argumento de no tener opciones, lo que era mentira.

Rueda los ojos. — Pero yo quería protegerte y sí que me gustabas.

— Y a Mags le gusta su novio y él quiere protegerla. Finnick, el chico sólo quiere ganarse tu aprobación. Lo intenta mucho.

— Un momento, ¿cómo que intenta ganarse mi aprobación? ¿conozco al rufián?

— Trabaja para ti — informo con lentitud al ver la palidez de su rostro —. De hecho, tú lo acogiste y le ensañaste todo lo que sabe sobre la pesca, los barcos, las redes..., todo.

— ¡Ese rufián...!

— ¡Finnick!

— Amor, esto se pone peor y peor.