• • • 『 C A P I T U L O 1 』 • • •

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ABRO LOS OJOS DE GOLPE Y COMIENZO A GRITAR DESESPERADA, RETROCEDO EN la cama hasta tocar la pared y me abrazo a mis piernas mientras sigo intentando alejar las pesadillas de mí, pero eso no es posible. Han aumentado desde que abandoné la arena y supe del secuestro de mis amigos, ahora no sólo está mi familia a la que asesino cada noche, sino que todos aquellos que prometí cuidar y no defraudar, y como siempre, los asesino siendo un muto de Snow; a veces soy un pájaro gigante que los picotea hasta la muerte, a veces un tipo de oso, en otras ocasiones un mono naranjo de la arena, pero el que más se repite es una serpiente venenosa que los asfixia hasta que no son más que personas azuladas o moradas.

Noto el sudor en mi cuerpo y la boca se me ha secado completamente, más de lo que había sentido en otras ocasiones; el corazón me palpita con fuerza en el pecho y tengo la sensación de que la habitación se encoge a mi alrededor, pero no estoy segura de aquello hasta que comienzo a sentirme ahogada en mi propia cama, abrazando mis piernas y cerrando mis ojos repetidas veces esperando despertar de una buena vez. Escucho un pitido en mi oído y es cuando coloco mis manos en mis orejas con fuerza, como si intentara parar toda clase de sonido, sobre todo, los de mi boca; pero no pasa, no me quedo en silencio y es cada vez peor.

— Soy Selene Ravenscroft, vivía en el distrito 2, mi familia está muerta por mi culpa, desafíe al Capitolio con los rebeldes, estoy pagando las consecuencias, perdí a Kenneth, dejé que se llevarán a Johanna y Peeta, mis estilistas están pagando un alto precio por mi culpa, debería estar muerta, sería lo mejor — Comienzo a murmurar con los ojos cerrados —. Soy Selene Ravenscroft, sobreviví a los 68° Juegos del Hambre y al Vasallaje de los 75°, soy una asesina, debería estar muerta, sería más fácil...

La puerta de mi dormitorio se abre, pero no me permito ver quién es ni qué quiere de mí. Me concentro en seguir repitiendo las frases que sé que son reales, las palabras que me mantienen cuerda y con un pie en la tierra. Repito lo que sé que ha ocurrido y de lo que estoy completamente segura, como mi nombre y mi distrito, eso es lo primero, según el doctor. Luego con hechos, como la muerte de mi familia y los juegos a los que sobreviví; saboreo el nombre de las personas que son importantes en mi vida una y otra vez, para asegurarme que existen; continuo con un largo proceso en el que digo todo de corrido para no perderme de la realidad, pero esta vez, lo repito al menos dos veces antes de que comience a sentir que la habitación me asfixia de nuevo.

Mi cuerpo tiembla completamente y comienzo a agitarme por la sensación de encierro, de estarme ahogando aquí adentro, y las lágrimas hacen aparición en mis ojos, pero no porque sienta tristeza, sino por la desesperación de no controlar lo que pasa, de no controlar lo que me rodea y la situación que me mantiene en este deplorable estado de inseguridad mental. Llevo semanas intentando valerme por mí misma, pero no he logrado nada más que volver a comer sola y caminar un par de pasos antes de encerrarme en mi habitación corriendo, como si pudiesen hacerme daño afuera. Y quizás pueden. Nadie me ha dicho que no pueden tocarme o que no me harán nada, sólo se han mantenido con rutinas diarias de doctores y medicinas, pero no confío en ellos.

Siento unos brazos quitar los míos de mis piernas, me enderezan con rapidez y tocan mi cuello buscando mis pulsaciones, las que están agitadas. Las lágrimas me dejan ver borroso, pero no tengo que ser doctora para saber que me está dando una crisis de pánico que no sé cómo controlar; pero la persona que me ayuda sí. Y me sienta recta en la cama, está delante de mí y me dice palabras que no logro asociar, no al inicio al menos, sino que después cuando toma mis manos y me mira a los ojos pidiendo que respire con él. Tiene un rostro preocupado y sé que no lo he visto antes, no en las semanas que llevo aquí, y me centro en la tonalidad que desprenden de sus ojos, la voz es melodiosa y tranquila, así que comienzo a hacer lo que me pide; al inicio, me cuesta mucho poder respirar con normalidad, incluso se acelera más mi respiración, pero pronto comienzo a volver en mí misma.

II. Libertad ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora