• • • 『 C A P I T U L O 19 』 • • •

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INTENTAMOS SEGUIR ADELANTE, MOTIVADOS POR LAS PALABRAS de Kenneth sobre Snow, pero la visita inesperada de Haymitch nos hace detenernos de golpe y mirarnos entre nosotros esperando malas noticias, porque no trae buen semblante y no ha estado en la reunión junto a Plutarch. Sus ojos se posan en mí, está preocupado, así que doy un paso adelante con ciertas dudas que intento que no se noten en mi rostro.

— Johanna está de vuelta en el hospital.

Yo había asumido que Johanna estaba bien, que había pasado su examen, pero simplemente no había sido asignada a la unidad de tiradores, como nosotros. Ella es realmente buena lanzando un hacha, pero bastante promedio con un arma.

— ¿Está herida? ¿Qué pasó?

— Fue mientras estaba en El Bloque. Intentan sacar a relucir las posibilidades de los soldados, así que inundaron la calle — dice Haymitch. Eso no tiene sentido. Johanna sabe nadar.

— ¿Y entonces?

— Así fue como la torturaron en el Capitolio. La empapaban y después le daban descargas eléctricas — dice Kenneth, su mirada está perdida —. Fueron semanas de torturas así.

— En El Bloque, tuvo algún tipo de flashback. Entró en pánico, no sabía dónde estaba. Han vuelto a sedarla — Katniss, Finnick y yo nos quedamos parados allí, como si hubiéramos perdido la habilidad de responder —. Ustedes tres deberían ir a verla. Son lo más cercano a un amigo que tiene — dice Haymitch, para luego girarse a Kenneth —. Es mejor que no te vea a ti, pensará que está de vuelta en el Capitolio.

— Sí, tranquilo. Me quedo en otro lugar.

— Será mejor que vaya a avisarle a Plutarch; no le va a gustar — continúa Haymitch—. Quiere que en el Capitolio estén todos los vencedores posibles para que las cámaras los sigan. Cree que quedará bien en televisión.

— ¿Beetee y tu van a ir? — pregunto.

— Todos los vencedores jóvenes y atractivos posibles — corrige Haymitch —. Así que no, no vamos. Nos quedamos aquí.

Finnick y yo vamos directamente al hospital, ignorando el hecho de que Katniss nos pide unos segundos. Nunca en mi vida había corrido de forma tan desesperada, incluso dejando varios metros detrás a Finnick, pero no escucho nada más que el sonido de mi corazón que late por la preocupación de Johanna y lo que le ha ocurrido. De todo lo que hemos hablado, jamás mencionó cómo la habían torturado, quizás por no querer verse débil delante de mí, después de tantos años en los que se autoproclamaba la más fuerte de las dos, y yo estaba completamente de acuerdo, aún lo estaba. Johanna tenía una fuerza interior y una valentía que difícilmente encontrabas en alguien más, y yo siempre había admirado eso, porque solía ser un poco más sensible que ella.

En la puerta de la habitación del hospital, observo a Johanna por un momento, y me doy cuenta de que la mayor parte de su ferocidad se encuentra en su actitud abrasiva. Sin ello, como se encuentra ahora, sólo queda una delgada mujer joven, con sus ojos abiertos, tratando de quedarse despierta en contra del poder de las drogas. Aterrorizada de lo que la espera en sus sueños. Me acerco a ella con los ojos llorosos y me siento a los pies de su cama, intentando no llorar, porque sé lo mucho que le molestaría que lo hiciera, en especial porque se sentiría aún peor de lo que ya hace. Finnick aparece justo en ese momento y ambos la observamos sin saber qué decir precisamente.

— ¿Qué hacen aquí?

— ¿No te alegra vernos? — cuestiono.

— No así, no cuando me miras con lástima.

II. Libertad ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora