• • • 『 C A P I T U L O 21 』 • • •

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ES COMO SI, EN UN INSTANTE, UNA VIDRIERA SE HICIERA AÑICOS y nos revelara el feo mundo que esconde detrás. Las risas se convierten en gritos, la sangre mancha los adoquines en tonos pastel y el humo de verdad oscurece el efecto especial creado para la televisión. Un segundo estallido corta el aire y me deja un pitido en los oídos, pero no sé de dónde viene. 

Llego a Boggs en primer lugar, tratando de dar sentido a la carne desgarrada, a los miembros amputados, tratando de encontrar algo para detener el flujo de color rojo de su cuerpo. Katniss se queda a mi lado, ninguna comprendiendo cómo pudo pasar tan rápido y tan dolorosamente. Homes nos empuja a un lado y abre un botiquín de primeros auxilios desgarrándolo. Boggs agarra mi muñeca. Su rostro, gris muerte y ceniza, parece estar hundiéndose. Pero sus siguientes palabras son una orden:

— El Holo.

El Holo. Lo dejo con Katniss y me arrastro por el suelo escarbado entre los trozos de baldosas llenos de sangre y me estremezco cuando encuentro pedacitos de carne caliente. Lo encuentro clavado en unas escaleras, junto a una de las botas de Boggs. Lo saco, lo limpio con las manos y vuelvo con mi comandante. Homes le ha puesto una especie de venda de compresión al muñón del muslo izquierdo de Boggs, pero ya está empapada. Intenta hacer un torniquete en el otro, sobre la rodilla. El resto del escuadrón se ha cerrado en formación protectora a nuestro alrededor. Finnick intenta revivir a Messalla, que se golpeó contra un muro en la explosión. Jackson grita a un intercomunicador de campo e intenta, sin éxito, avisar al campamento para que envíen médicos. Pero incluso yo sé que es demasiado tarde.

Me arrodillo al lado de Boggs y Katniss se queda del otro lado, preparada para hacer el papel que hice con la adicta del 6, para que tenga a alguien a quien agarrarse mientras abandona esta vida. Sin embargo, Boggs tiene sus dos manos en el Holo, escribe una orden, pone el pulgar en la pantalla para que reconozca su huella, y pronuncia una serie de letras y números cuando el dispositivo se los pide. Un rayo de luz verde sale del Holo y le ilumina la cara.

— No apto para el mando — dice —. Transfiere autorización de seguridad principal al soldado Katniss Everdeen, escuadrón 451 — Con mucho esfuerzo, consigue volver el Holo hacia su cara —. Di tu nombre.

— Katniss Everdeen — le dice al rayo verde. De repente, veo que la atrapa en su luz. — ¿Qué has hecho?

— Cuida de ella, Selene — pide con su voz entre cortada. Asiento repetidas veces —. Dilo.

— La voy a cuidar, te lo juro, Boggs. No le ocurrirá nada mientras yo esté aquí para impedirlo. Te lo juro.

— ¡Prepárense para la retirada! — aúlla Jackson.

Finnick está gritando algo y señala al otro extremo de la cuadra, por donde hemos entrado. Una sustancia negra y aceitosa sale como un géiser de la calle, entre los edificios, y crea un impenetrable muro de oscuridad. No parece ni líquido ni gas, ni mecánico ni natural. Seguro que es mortífera. No podemos volver por donde hemos venido.

Unos disparos ensordecedores suenan cuando Gale, Arsen, Kenneth y Leeg 1 empiezan a abrir un camino a tiros por las piedras, hacia otro extremo de la cuadra. No entiendo qué hacen hasta que otra bomba, a nueve metros, estalla y abre un agujero en la calle. Entonces me doy cuenta de que es un intento rudimentario de disparar a las posibles trampas. Homes, Katniss y yo agarramos a Boggs, arrastrándolo detrás de Gale. El dolor lo domina y empieza a gritar; yo quiero parar, encontrar otra manera de hacerlo, pero la oscuridad está subiendo por los edificios, hinchándose, deslizándose hacia nosotros como una ola.

II. Libertad ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora