ПЛОХИЕ ПРИВЫЧКИ

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(plokhiye privychki)

MALOS HÁBITOS

El cielo es una fuente inagotable de racionalismo, estabilidad y melancolía de la que no concilio desprenderme; una pigmentación de significado discrepante que incrementa mis ánimos para permanecer bajo su contemplación, porque la estabilidad tamb...

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El cielo es una fuente inagotable de racionalismo, estabilidad y melancolía de la que no concilio desprenderme; una pigmentación de significado discrepante que incrementa mis ánimos para permanecer bajo su contemplación, porque la estabilidad también me proporciona ciertas libertades de las que carecemos en AMGER.

Sin embargo, es el tinte cálido y bermellón que oscurece mis uñas lo que tiene mi completa atención; la hendidura tórrida contenida en paredes viscosas y úlceras ennegrecidas por el impacto de un juego letal del que trascendió de mi propio control.

Una vez más.

La textura áspera se desintegra al mínimo contacto entre mis dedos, no queda evidencia de que alguna vez, los vasos sanguíneos estuvieron presentes, como existen las contemplaciones de las úlceras de pigmentaciones amarillentas y amoratadas entre los músculos menos atrofiados por la continua exposición eléctrica.

La sensación de viscosidad entre mis dedos teñidos en sangre, parece alterar un poco la visión del chico frente a mí, cuyo único propósito es el de acabar cuanto antes para verter sus miedos sobre el váter del baño. He visto antes esa mirada en su rostro, el temor como respuesta lógica, anteponiéndose a las órdenes de nuestro padre para destrozar aquella humanidad de la que él se esfuerza descaradamente aferrado.

Una fortaleza que empiezo a admirar considerablemente a la sensación de muerte sucumbiendo continuamente en nuestras vidas.

—Me preocupa Skylar —interrumpo sus pensamientos, presionando las cavidades de lo que parece ser un hígado incinerado y ennegrecido ásperamente. Él me observa—, seguramente lo echará de menos y necesitará de alguien que la lleve a pasear de vez en cuando. ¿Te gustan los perros?

La oscuridad que vierten sus ojos me observa con curiosidad, antes de apartar su atención hacia las vísceras que sostiene entre sus manos, la gran mayoría está chamuscada, lo que atrofia nuestros intentos por realizar la necropsia correspondiente.

—Lo conocí —admite en un hilo de voz—, era de los pocos que me hablaban aquí.

Tomo una respiración profunda sin conciliar decir nada más. La perturbación de su rostro augura un atentado a favor de mi suplicio emocional.

—Me parecía un buen tipo...

—Todos lo son —interrumpo, alzando la voz, velando por su sorpresa inmediata—, hasta que el alma ya no puede fragmentarse, entonces dejas de sentirte humano.

—¿Eso fue lo que le pasó? —insiste—. Porque la última vez que lo vi, ustedes estaban juntos...

—La última vez que yo lo vi —interrumpo nuevamente, evitando la sensación asfixiante de sucumbir a la culpa que late en mis manos, sosteniendo las pinzas—, Igor quería asesinarme.

TOCKA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora