НИЗКИЕ ИНСТИНКТЫ

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(Nizkiyeinstinkty)

BAJOS INSTINTOS

Las luces son demasiado intensas

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Las luces son demasiado intensas.

—Sujétenla con fuerza un momento.

Ellos no escuchan mis gritos, ignoran las lágrimas y súplicas mientras me sujetan con fuerza sobre la lona de esa incómoda cama de hospital; aunque exactamente, no lo describiría como tal.

Neón. Sangre. Dolor.

—Una vez más —su voz es calma y utiliza un procedimiento vago sin efectos favorables que nunca descarta, siempre es el mismo—, solo resiste un momento más, dulzura.

Mis ojos siempre están cerrados, no me atrevo a ver a los ojos al dolor; un aguijón penetra profundamente mi cuello, es aire helado en las cavidades de mi cabeza sedándome casi por completo.

—Eso es. Lo hiciste bien.

Acaricia mi cabello mientras su voz se aleja en algún punto inalcanzable de mi mente; todo es negro, frío y esas espantosas luces de neón que parpadean molestando mis ojos.

El cuerpo empieza a pesar de una forma agobiante, no por efecto del sedante, sino por esta nueva medicación que envenena mis venas. Es una sustancia violenta, en pocos minutos el ardor ataca gran parte de los tejidos y puedo sentir como fuego arde bajo mi piel.

El sedante es un efecto vago que intenta apaciguar ese dolor.

Sus voces son un anexo innecesario cuando apenas puedo oírlos.

Las ligas que sujetan mis muñecas y tobillos son un bien necesario cuando siento la presión de mis músculos comenzando a despertar en un violento retorcijón, todo se siente demasiado intenso, demasiado caliente de repente, justo cuando mis sentidos comienzan a ajustarse al entorno con mayor delicadeza e intensidad.

—Enciendan el neurotransmisor.

El neón se vuelve más intenso y cegador, los sonidos más cercanos y el olor a desinfectante y el picor de la sustancia puede percibirse en el ambiente casi al mismo tiempo que la colonia masculina de algún médico cerca.

—¿Estás bien, dulzura? —alguien inquiere con calma, es él. Siempre es él.

Presiono mis labios, no quiero contestar.

—¿Me oyes?

No contestes, Nika. Tal vez así crean que duermes y te dejen ir.

—¿Estás segura de que no vas a responder?

Es su última advertencia, una carga de 330 voltios estalla en mi cabeza y se expanden en un dolor insoportable a lo largo de mi cuerpo, y a través de la cinta entre mis dientes apartando mi lengua, grito.

La oscuridad es tan reconfortante como peligrosa; así como nadie puede verte, tú no puedes verlos a ellos. Pero en esta oscuridad la sutileza entre las sombras de la habitación es demasiado familiar como para ser temida.

TOCKA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora