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~Narrador Omnisciente~

—¿Qué es eso?—Calisto apuntaba y miraba atentamente al señor que vendía algodones de azúcar.

—Eso se llama algodón de azúcar, es dulce y cuando lo comes se desase en tu boca—le explico Vali.

Wow, ¡genial!—aplaudió entusiasmado.

—¿Quieres uno?—me preguntó. Calisto lo miró tímidamente y luego asintió. La virgen sonrió y compro dos algodones.

Cuando se lo extendió al contrario, el menor lo tomó entusiasmado y le sacó un bocado.

—¡Esta delicioso!—exclamó feliz—¡Y se desase en tu boca!

—Sabía que te iba a gustar—se sonrieron y siguieron caminando por el parque de diversiones al que habían ido por petición del cangrejo ya que siempre había tenido curiosidad de los parques.

Calisto miraba para todos lados intentando no perderse nada de lo que pasaba en su entorno, sus ojos se toparon con una madre y su hijo. Ahí se quedó mirando cómo la madre le sonreía cálidamente al hijo, diciéndole algo y llevándolo hacia el carrousel.

Si mi mamá me hubiese criado como una madre normal, estaría sonriendo al igual que el niño.

—Quieres que te consiga ese peluche—Vali al darse cuenta de donde tenía la mirada del cangrejo. Calisto lo miro y tenía pequeñas lágrimas en sus castaño ojos.

A Vali se le partió el corazón y lo atrajo hacía sí.

—Tranquilo, yo estoy contigo. No te preocupes—Lo abrazo por los hombros. Calisto se aferró al más alto mientras cerraba sus ojos y disfrutaba del abrazo que lo calmaba de sobremanera—¿Ya?

El signo de agua asintió.

—Entonces te voy a conseguir ese gato de peluche—lo tomó de la mano y lo guió hacia el puesto.

—Tienes tres intentos—le dijo el señor. Vali tomo la pistola de juguete. Le guiño un ojo a Calisto, la sostuvo profesionalmente y disparó tres veces dando perfectamente en el centro de la diana. 

—Tiene una excelente puntería, joven—soltó sorprendido.

—Gracias. ¿Me puedo llevar el gato de peluche gigante?—el caballero le sonrió y asintió, sacando el gran peluche de gato.

—Que lo disfruten—dijo sonriendo.

—Gracias...—sonrió emocionado Calisto.

Tomó rápidamente el peluche, tiró de la camisa a Vali, como había visto muchas veces en televisión y le plantó un beso en la mejilla que sorprendió al más alto.

Calisto lo soltó y siguió caminando dejando a Vali con las mejillas sonrojadas y tocando el lugar donde lo había besado. Su corazón latía como loco.

El amor es hermoso pero complicado | ᶻᵒᵈⁱᵃᶜᵒ ᵇˡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora