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~Narrador Omnisciente~

—Estoy agotado—mencionó Ariel llegando al condominio de Percy—. Debería comprarme auto—dijo antes de entrar al edificio—. Hola, Carlos—saludó al conserje.

Tomó el ascensor llegando al piso correspondiente. Tocó la puerta.

—¡Ari!—salió un Percy muy contento que lo abrazó.

—Hola, pececito—le sonrió aunque con un poco de agotamiento.

—¿Estás cansado?

—Un poco. No te preocupes.

—Ven, entra—lo invitó. Ariel pasó, mientras era guiado por Percy hasta la habitación.

—Toma una ducha, y cámbiate—le extendió ropa que era de él y una toalla.

—Gracias, pececito—fue al baño, el agua de la ducha lo despertó un poco.

Percy fue a buscar unos dulces que Ariel había dicho que quería probar desde hace tiempo, los puso en un pocillo de cerámica y los puso en la mesita que tenía en la cama, que usaba generalmente cuando desayunaba sin querer levantarse.

—Es refrescante. Estoy muchísimo mejor—dijo Ariel mientras salía del baño vestido con la gigantesca ropa de Percy, la camiseta le llegaba a la mitad del muslo y el pantalón lo tuvo que arremangar en las piernas porque le quedaba muy largo.

Percy se sonrojó al ver a Ariel con su ropa.

—Deja de verme así—se sentó a su lado y sacó un dulce del pote llevándose uno a la boca—. Oh, en serio son tan buenos como se veían—sonrió—¡Están deliciosos!

Que bueno—sonrió Percy.

—Prueba uno—dijo extendiéndole el pote mientras él se comía otro.

Lo comió gustoso disfrutando del dulzor.

Mmm—Percy miró el pote y luego los labios de Ariel, se veían más dulces los labios del signo de aire.

Movió la mesa a un lado y se acercó a la pecera atrapando sus labios. Si eran muy dulces, los caramelos. Sus lenguas comenzaron un juego en el que Piscis llevaba la delantera.

—¿Era necesario?—preguntó Ariel sonrojado.

—Sí, eran muy dulces—sonrió pícaramente Percy. Ariel lo empujó en forma de juego.

—Hola, mis queridos amigos—saludó Draco entrando a la habitación.

Ariel y Percy se sorprendieron.

—A veces pienso que debería quitarte las llaves a ti también—dijo Percy suspirando. Ariel se rió. En eso apareció la pomerania.

—¡Fluffy! ¡Bebé!—dijo yendo hacia su perrita tomándola en brazos y abrazándola contra su pecho—Te extrañe—le dejó besos en su pomposo pelaje.

El amor es hermoso pero complicado | ᶻᵒᵈⁱᵃᶜᵒ ᵇˡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora