Epílogo

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En Octubre fui a buscarte, mientras más caminaba en la soledad de aquella tarde las calles parecían perder el sentido e incluso la dirección. Caminaba, saltaba e incluso tomé un autobús, pero de alguna forma siempre lograba llegar a un punto.

Nunca es buena idea subestimar el clima de la ciudad de Tokyo, por eso me siento alegre de haberla escuchado cuando me dijo que llevara el abrigo. Me hubiese arrepentido de no haber sido capaz de calentar mis manos en los bolsillos mientras pienso en qué reacción tendrás cuando me veas.

He llegado al otro lado de la ciudad, agarro mi mochila y me bajo del transporte dispuesto a seguir caminando. El viaje se ha sentido tan largo que he salido de mi casa en otoño y siento que regresaré en primavera.

Hay una canción muy popular sonando a través de mis audífonos, es la favorita de Chiaki, cuando regrese le compraré el disco que le prometí.

La música me acompaña y hace de mi viaje más ameno, es cuando por fin estoy frente a tu puerta que mi corazón quiere detenerse. Pero con o sin latidos logro tocar el timbre.

Abres la puerta y siento una mezcla indescriptible de sentimientos cuando veo ti cabello castaño asomarse, tu mirada verde me inspecciona y al parecer no me reconoces.

No me reconoces.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—Hola —levanto tímidamente una mano que llega hasta mi cuello— Ha pasado mucho tiempo, mamá.

Tu mirada parece expandirse más y un brillo fugaz aparece en tu mirada cuando me escuchaste decir aquello.

—¿Haruo?

—Sí —bajas la mirada hasta mis pies, me inspeccionas y puedo ver como te detienes un momento en mis manos llenas de venditas, sí mamá, tuve una pelea con mi mejor amigo Tatsuki ¿pero sabes qué? Ahora estamos en buenos términos.

—Has crecido mucho —dices, te limitas a darme una pequeña sonrisa sin siquiera verme porque sabes bien que no pudiste verme crecer.

Un nudo en mi garganta quiere detenerme de hablar pero soy mejor que el nudo y me permito soltar aquella pregunta que por años me molestó.

—¿Por qué me abandonaste?

Te pregunté estando molesto y decepcionado, porque no podía entender porqué lo hiciste.

Pero no me respondes al instante, te tomas tu tiempo para aferrarte a la puerta. En el umbral de tu casa te veo mientras espero que me respondas y me digas cómo pudiste dejarme sin mirar atrás.

—Tu padre, ya no quería tener nada que ver con él —esa es tu respuesta, o es lo que creo hasta que vuelves a abrir la boca— Eres su mismo reflejo, estaba aterrada.

Ya no me acuerdo de él, lo único que recordaba es que nunca parecía estar sobrio.

—¿Te arrepientes de haberme abandonado?

Por fin te atreves a mirarme a la cara, tus ojos reflejan una extraña tristeza, no son ni la mitad de bonitos que los de ella.

—No. No me arrepiento de haberte abandonado —sentí como si me hubieras apuñalado— De lo que si me arrepiento es haberte dejado con él. No merecías mi abandono, pero tampoco estar con ese sujeto.

—Ya veo. He viajado hasta aquí solamente para preguntarte eso, necesitaba saber porqué me dejaste.

—Lo siento —pero eso no me hacía sentir mejor, no arreglaba nada de lo que había pasado. Pero era algo y es mejor que nada.

—¿Eres feliz? —me atreví a preguntar. Tus hombros se ven más relajados.

—Sí, tengo una niña. —por alguna razón me sentí feliz de saber que tenía una hermana— Soy feliz con mi nueva familia.

—Yo también soy feliz con mi nueva familia —respondo, parece que mi respuesta te ha hecho feliz. Sonríes, como si te sintieras en el derecho de quitarte un peso de encima— Fui adoptado por dos personas maravillosas.

—Me alegra tanto —tu mirada baja al suelo, siento mi corazón latir más tranquilo.— Sé que no puedo remediar nada, te abandoné despiadadamente. Pero, si quieres, podríamos empezar un lazo nuevo.

Me miras nuevamente como si hubieses encontrado la solución a algo, en ese momento entendí lo que mi tía quiso decir aquella vez y lo único que puedo hacer es sonreír antes de darte mi respuesta.

—No gracias, no puedo esperar hasta cuando me ames.

Y tras esas palabras me despedí de ti y volví a caminar por aquellas calles donde el frío del otoño era mi único acompañante.

No podía esperar a cuando me amaras de nuevo, porque en casa estaban ya quienes me amaban.



























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Cuando me ames.
Finalizada.

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Agradecimientos.

Para todos aquellos que se mantuvieron aquí conmigo leyendo esta historia.

Cuando me ames es una historia donde plasme varias de las inseguridades que tengo y de las cuales quise desarrollar en una trama.

Muchas gracias por recibir a Haruo que es un personaje que me gustó crear.

Espero que nos sigamos leyendo en el futuro, los quiere, Zein.

Cuando me ames | TodomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora