Capítulo 34

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—Mamá dijo que la abuela mentita era muy agradable.

Haruo iba saltando en los charcos que habían en la calle y que se habían formado gracias a la lluvia, el agua se resbalaba por sus botas impermeables que usaba al igual que su padre.

El día en que iban a visitar a la madre de Shouto era uno en el que por fin Todoroki tenía tiempo libre después de tanto trabajar en el caso de Denki, el cual había pasado a ser parte de una investigación policial al haber descubierto que la clínica era una clandestina, Denki no podía decir que estaba del todo satisfecho pero se alegraba que al menos ya habían comenzado a darle búsqueda a los responsables de varios casos de negligencia además de el suyo.

—Sí, lo es.

El clima en Tokyo en esos momentos era frío gracias a las lluvias, aunque asistiría hasta poco después Momo se había encargado de abrigar a Haruo para evitar que se resfriara a sabiendas de lo imparable que el niño podía llegar a ser.

—Ya quiero conocerla —Haruo le sonrió dulcemente al mayor, Shouto se sintió conmovido.

Haruo seguía saltando en los charcos y cuando se acababan terminaba por saltar sobre el camino, sin pisar las líneas. Su mano era tomada por el mayor así no se perdía, cada casa que miraba era alta y se miraban antiguas. Aquel barrio era bastante curioso y eso aumentaba su curiosidad por conocer a la abuela mentita.

¿Iba a oler a pasas? No, quizás los abuelos en realidad no olían a pasas y era sólo una historia que alguien había inventado. Pero esperaba poder contarle muchas historias y que ella con una sonrisa las escuchara todas.

—Pronto será tu cumpleaños —de repente escuchó a su padre hablar, Haruo detuvo sus pensamientos y alzó la mirada. La bufanda que su mamá había colgado alrededor de su cuello se agitaba con el gélido viento de Octubre.

—¡Sí! Voy a cumplir diez —exclamó emocionado, cada día era un niño más grande.

—¿De qué sabor te gustaría tu pastel?

—¿¡Van a comprarme pastel!? —el pequeño estaba sorprendido, no recordaba la última vez que tubo pastel en su cumpleaños.

—Sí ¿no quieres? —preguntó con una sonrisa de lado. El niño se detuvo frente a él soltando su mano y lo abrazó feliz.

—¡Quiero pastel! ¡Lo quiero! ¡Quiero uno bonito de sabor chocolate!

—Está bien, será de chocolate —el le acarició el cabello, era suave al igual que el de Momo.

—¡Gracias papá mentita!

Shouto suspiró, quizás cuando fuera mayor dejaría de llamarte así. Aunque mentiría si dijera que le molestaba ser llamado así.

—Mira, ya llegamos —Shouto señaló una casa que se encontraba casi al final de la calle, Haruo exhaló emocionado al ver que ya habían llegado a su destino.

—¿Mamá vendrá?

—Sí, ella sigue trabajando en algo pero cuando termine dijo que vendría.

—Ok.

Ambos siguieron caminando hasta llegar a la casa mentita, era como las demás solo que esta no desprendía grandeza como la casa de su abuelo enojado o la casa de la abuela malvada. Se veía sencilla y de la chimenea se veía salir humo.

Ella estaba allí.

—Toca el timbre —le dijo su padre, Haruo asintió y con un dedo tembloroso lo hizo, el sonido viajó por toda la casa.

Un par de pasos se escucharon y cuando la puerta se abrió, los ojos de Haruo brillaron.

Había una señora de hermoso y largo cabello blanco como la nieve frente a ellos, de mirada suave color gris y una sonrisa plasmada en su rostro.

—Shouto, me alegra mucho verte —Rei se hizo a un lado para que pudieran entrar— Han llegado justo a tiempo.

Ella bajó la mirada para ver la mirada curiosa del pequeño que estaba al lado de su hijo tomándole la mano, esa escena le dio mucha ternura a Rei.

—Mi nombre es Todoroki Rei, un gusto conocerte —ella le sonrió, de inmediato sintió un par de brazo rodearla.

—¡Abuela mentita!

—Después le explico —dijo Shouto después de suspirar al ver la mirada confundida de su madre por aquel nombre.

—Bueno, será mejor que pasen o todo el frío de Tokyo estará en mi casa.

Al entrar Haruo pudo sentir casi la misma calidez que podía sentir en su casa. Se adentró hasta la sala donde la chimenea estaba encendida, tomó asiento en uno de los pequeños sillones.

—¿Te gusta el chocolate caliente Haruo? —preguntó Rei con una sonrisa, al verlo allí tomando calor frente a la chimenea no podía evitar recordar a Shouto cuando tenía esa edad.

—Sí.

—Ya lo traeré —habló alejándose hacia la cocina siendo seguida por su hijo, le alegraba tenerlos de visita y conocer por fin a su nieto— Es un buen niño.

—Lo es, se emociona bastante.

—Me recuerda a ti —Rei busca un par de tazas en la alacena— ¿Cómo van las cosas con Momo?

El día antes de que Shouto se hubiera escapado de la casa de su padre había ido a buscar a su madre para decirle. Ella no estaba del todo de acuerdo, temía por cómo les iría a ambos ya que todo aquello era tan precipitado pero cuando miraba la mirada de Shouto, el como brillaba cuando hablaba de Momo, ella pensó que estarían bien.

—Hemos hablado sobre separarnos.

Oh cielos. Aquello le infundió tristeza a Rei ya que ella siempre creyó que había algo especial entre su hijo y esa joven. Pero todavía era muy pronto para decir que se había equivocado.

—¿Pasó algo?

—Es una larga historia.

—Bueno —Rei sonrió mientras servía el chocolate caliente que le llevaría a Haruo— Hay mucho para beber y todavía falta que llegue mi nuera.

Shouto suspiró resignado, quizás hablar con su madre le haría sentir mejor.


























Ya falta poco para que termine esta historia, Yeiii <3

Cuando me ames | TodomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora