En las afueras del orfanato suspiró, estaba nervioso no iba a negarlo, sus verdosos ojos se movían intranquilos por todo el lugar en la espera de la señorita de cabello naranja.
Y bueno ¿quién no lo estaría después de tan buenas noticias? Por fin tendría nuevos padres, de los cuales esperaba que no fuesen tan malos como sus anteriores padres.
De solo imaginar que podría pasar por lo mismo se negó al principio, sin embargo le aseguraron que ellos eran buenas personas. Entonces les creyó.
Se subió al auto después de vacilar un poco, se abrochó el cinturón de seguridad mientras la señorita de cabello naranja y pecas se subía al auto también y se sentaba junto a él para imitar su acto anterior.
—¿Aún estás nervioso? —le escuchó preguntar. Él no supo que responder, tenía una enorme mezcla de emociones en su interior que amenazaban con expulsar el desayuno que había tomado horas atrás.
—Puede ser —terminó por decir tan bajo, que Kendou agradeció estar sentada justo a su lado, de no ser así dudaba haberle podido escuchar.
—No te preocupes, ellos ya fueron evaluados y están ansiosos por estar contigo —asegura firmemente mientras acariciaba su cabello negro— Además, estaremos visitándote constantemente así que, si no te sientes a gusto con ellos simplemente tienes que decirnos y nosotros nos encargaremos de buscarte otro lugar para vivir ¿De acuerdo?
Asintió no muy convencido, si era honesto consigo mismo esperaba no tener que estar de hogar en hogar. Tuvo amigos en el orfanato que corrieron esa suerte y estuvieron viviendo en más de 5 hogares porque en ninguno se adaptaban. El consideraba aquello un desperdicio, se aseguraría de portarse bien en la espera que sus nuevos padres fueran tranquilos también.
Cuando el auto se detuvo sintió que su corazón dio un salto, aquella sensación se intensificó cuando la mujer a la par de él se desabrochó el cinturón de seguridad y le indicó que bajara.
—¿Es aquí? —preguntó nervioso, observando la casa frente a él, no se veía como la casa de alguien súper rico o de alguien súper pobre. Era una casa... normal.
—¿Estás listo? —la sonrisa de aquella mujer no desaparecería por lo visto, él asintió a duras penas, no consideraba que estaba listo.— Bien entonces, aquí vamos.
Ella tocó el timbre y fue allí que su ritmo cardíaco incrementó.
¿Cómo serían ellos? ¿Tendrían más hijos? ¿Aquellos niños le aceptarían como uno más de su familia? ¿Tendrían un perrito?
Mientras su mente era bombardeada por miles de incógnitas ambos escucharon un ruido sordo, como si alguien se hubiese caído. Fue entonces cuando la puerta comenzó a abrirse, sus ojos se iluminaron al ver a una hermosa mujer de cabello negro sonriente.
—Buenas tardes —ella saludó, abriendo la puerta revelando la presencia de alguien más, un hombre con el cabello más raro que había visto mitad blanco y mitad rojo pero que le recordaba a...
—¡Mentita!
Un silencio se produjo en el lugar, él señaló iluminado a Todoroki mientras este estaba más que confundido. Mentita era uno de los personajes que salían en ese programa que solía ver en la televisión; Hora de aventura.
—¿Mentita? —Todoroki se mordió un dedo. No, no sabía a menta. Pero aquél acto hizo reír al niño frente a ellos lo cual suponía un logro.
—No puedes señalar a las personas así, es de mala educación —susurró ella cerca de su oído, el chico bajó rápido la mano y avergonzado se disculpó.
—Hola, ¿Có-Cómo estás? —la mujer de cabello negro le saludó nerviosa pero con una sonrisa tan amable y cálida que él se sintió tranquilo frente a ella.
—¿Por qué no te presentas? —le animó Kendou acariciando su cabello.
El niño suspiró, recordando que ya había practicado antes en el orfanato y respondió con timidez.
—Me llamo Haruo, espero nos llevemos bien —terminó por decir inclinándose levemente.
Momo estaba derritiéndose de la emoción internamente ¡ese niño era una lindura!
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Después de la convivencia con la agente Itsuka Kendou y que esta se fuese del lugar para dejarlos. Los tres se vieron encerrados en aquella casa dándose cuenta que ninguno sabía qué decir.
Haruo observó el lugar meticulosamente, no había niños, no tendría hermanos pero eso estaba bien. Después de recorrer el lugar su mirada se detuvo en ambas personas que le veían curiosos como si fuese un juguete de edición limitada.
—Yo... —sólo había pronunciado una palabra y miró como ambos se tensaron expectantes de lo que diría a continuación, vacilante continuó hablando— ¿Tienen televisión?
Momo y Shouto intercambiaron miradas asintiendo después.
—¿Te gustaría almorzar luego Haruo? —preguntó Momo juntando sus manos.
—Sí señora Todoroki.
Momo sonrió, anteriormente le habían advertido que fuese mejor que no esperara que el niño le llamara mamá a primeras. Ya que debía acostumbrarse del todo, no era como si decirle de esa forma al primer instante fuese fácil, debían tenerle mucha paciencia.
Pero ella esperaría, apenas llevaba unos minutos con él y quería saber todo sobre el pequeño.
—De acuerdo. Entonces puedes esperar mientras miras televisión junto a Shouto. —ella se acercó hasta Haruo para susurrarle— Puede parecer muy serio, pero él es amable.
Haruo miró hacia Shouto quien se encontraba aplastando una mosca sin expresión alguna en su rostro.
—Ya veo —respondió mientras las comisuras de sus labios temblaban aguantando una risa traviesa.
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Cuando me ames | Todomomo
FanficAU quirkless | Boku no hero. Ellos se habían casado. No porque se querían, ni porque se amaran. Tampoco era un contrato de negocios entre sus familias o un accidente que hicieron ebrios en algún lugar de Las Vegas. Simplemente se habían casado. O es...