Motel Glen Capri (Cap 10. Pt.2)

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Addison

Tras unas cuantas horas más de trayecto y de que anocheciera, por fin llegamos a un lugar para dormir, era un Motel que enseñaba su nombre con grandes luces neón. Bajamos del autobús, Isaac en el camino tomo mi mano, acción por la que sonreí.

—Motel Glen Capri— leí y comenzó a recorrer el lugar con la mirada. La fachada del edificio era vieja y varias habitaciones se lograban ver con solo darle una ojeada, tal vez habría pasillos para otras.

La recepción y más habitaciones.

Una vez más, recorrí el lugar con la mirada, un escalofrío bajo por mi espina dorsal cuando llegue al segundo piso, al tercero y al techo. Trague saliva.

Algo no estaba bien.

Sentía que alguien me observaba detrás, de los lados y de frente, pero cuando de verdad sentí que incluso me quedaba sin color en el rostro, fue cuando escuché y sentí una respiración caliente en mi nuca, instintivamente gire, tratando de buscar a alguien, pero ... no había nadie, solo la vacía carretera.

Cuando miraba a los lados, alguien toco mi hombro.

—Oye, Ad— me llamo Isaac casi sacudiéndome. Di un salto y lo mire antes de pestañear unas cuantas veces. -¿Estás bien, linda? - asentí ante la pregunta.

—Si, ¿Qué pasa? - pregunté después de soltar un gran suspiro.

—Habitaciones, ¿Con quién dormirás? - detrás de él, Allison y Lydia hablaban entre ellas. Aunque de verdad quería ir y dormir abrazada a Isaac, tenía que decirle a alguien lo que sentí.

—Iré con Allison y Lydia— conteste. Él enarco una ceja, divertido.

—¿Me estás cambiando por tus mejores amigas? - pregunto. Reí.

—Eso debiste saberlo desde el principio— bromee.

—¿Ad, vienes? - pregunto Allison. Asentí.

—Adiós, descansa— me despedí dejando un beso en sus labios.

—Buenas noches— dijo de vuelta, sonreí y seguí a mis mejores amigas a la habitación. Una vez que estuvimos dentro, Allison decidió un baño, pero las toallas olían bastante mal, por lo que decidí ir a cambiarlas con Lydia. Nos detuvimos frente a la ventana donde había una mujer de edad avanzada dándonos la espalda.

—Disculpe, un letrero en la puerta dice que no es una habitación de no fumar, pero no se por qué las toallas huelen a nicotina - dije. Ella se giró, en su cuello había una especie de tubo, que supongo, conecta con su garganta. Trague saliva mientras que Lydia abría mucho los ojos. 

—Lo siento por ti, cariño— su voz era rasposa. Como si no hubiera hablado en mucho tiempo. Lydia, aún pasmada, desvío la mirada de la mujer, centrándose en fichas que formaban el número "198".

—¿Qué es eso? - pregunto mi amiga.

—Es una cosa que sucedió en el motel. Mi esposo ha insistido en ponerlo ahí— explico. Lydia y yo intercambiamos una mirada.

—¿Y qué paso? - siguió indagando la pelirroja.

—Es un poco morboso, para ser honesta, ¿quieren saberlo? - pregunto.

—Cuéntenos— contesto Lydia.

—No tenemos el primer lugar ninguna lista de servicio al cliente— comenzó. Intente con todas mis fuerzas no rodar los ojos.

—Obviamente— murmuré mientras miraba de reojo el edificio.

—Pero, hay un detalle perturbador que nos tiene en el número uno en California— enarque un poco la ceja. —Desde que abrimos, ha sucedido algo muy extraño. Tenemos el primer lugar en suicidios - finalizo.

Regresa A Mí [# 2 "Nunca es tarde"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora