41. Te amo

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DAVINA

— ¿Cómo que no hay pista para despegar? —gruñe Becker.

Hemos llegado hace apenas unos minutos y nos topamos con la sorpresa que no hay ninguna pista limpia. Todas están en mantenimiento.

—Lo lamento señor, pero siempre limpiamos las pistas en fechas como hoy, si nos hubiese informado habríamos dejado una para usted—explica con temor, Liam. Agente de Pride, y encargado del mantenimiento de este lugar.

—Yo no necesito informar nada a nadie. Es mi maldita organización y hago lo que se me pegue en gana—responde con airosidad— Así que ahora mismo me preparas una pista que la necesito con urgencia. —exige
— Tienes una media hora como máximo si no te me largas para la calle.

Los ojos de Liam se abren como platos.

«Creo que se está pasando».

Ninguna pista puede ser limpiada en ese tiempo por más personal que se tenga.

—Pero señor no es posible...
Becker alza la mano no dejándolo hablar.

—Ya he dicho. —inclina con ligereza la cabeza hacia un lado—Ahora vete, tienes trabajo que hacer.

Intenta correr pero lo detengo.

—¡Espera!

Akane y Becker me miran con confusión.

Liam gira sobre su propio eje y me mira impaciente.

—Señorita Davina, no tengo tiempo que perder. Por favor sea breve.

—Tienes 1 hora. No te abrumes. Ahora si puedes seguir corriendo. —le digo.

El bufido de Becker no se hace esperar sin embargo no dice nada y Liam lo toma como aprobación del fundador.

—Davina, no puedes cambiar una orden que ya dicto. Me desacreditas frente a mis hombres. —habla el fundador cuando sólo quedamos los 3.

—Sabes que lo que pediste era imposible hacerlo. En cambio en 1 hora tiene más posibilidad, y no salgas con que te desacredito. Es absurdo.—respondo lo obvio.

Niega con la cabeza llevándose las yemas de los dedos al centro de la frente.

—Bien—«está molesto»— pero no lo vuelvas hacer.

Es lo único que dice. Nos lleva dejándonos dentro del avión privado de su hijo.

—Esperen aquí hasta que partamos. Vigilaré el perímetro mientras tanto —exclama dándome una de esas miradas que... ¡maldita sea! No logro descifrar.

Cuando quedamos solas, procuro dormir un poco que no hay mucho que hacer aquí adentro pero Akane empieza de nuevo con reproches que no vienen al caso justo ahora.

—Deberías ir con un Psicólogo, has pasado por mucho.
Se lo conté sólo a ella. Todo lo que pasé ahí dentro, pero ahora creo que me arrepiento.

—No, ya hemos hablado de eso. Estoy bien ¿ok? Puedo manejar la perdida de él.

Suelta un pequeño bufido sentándose en el mueble que está frente a mí.

—Sabes que no me refiero a eso, sino a lo otro.

«Lo otro»

Un escalofrío me recorre el cuerpo entero al tiempo que la cara de ese bastardo aparece y se me fija en la mente.

—Voy a estar bien, también puedo con eso...puedo con eso...—repito esperando que se convenza cuando la pura verdad es que me lo digo más a mí misma.

Caos (Duología Desastre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora