Preocupación

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Solei no ha dejado de pasarse la mano sobre su crecido vientre, su respiración es agitada, está preocupada, pasó en vela, y la entiendo, o sea, comprendo las razones por la que se encuentra tan ida.

Pero también entiendo a Luriel y su pena. Debe ser difícil lo que carga a espaldas, debe ser doloroso tener al mundo desmenuzado pedazo a pedazo, cuando el solo es un niño.

Y aquí es donde mi papel de rector se ve amenazada por mi papel de amigo, futuro padre y ser humano.

Me siento como un niño, sin idea de que hacer o a donde ir. ¿Cómo lo hacía Solei? ¿Cómo es que esa mujer lograba separar sus ideas humanas sobre las necesidades de la Colmena?

Suelto aire y voy junto a ella, pongo mis manos sobre su hombro y la masajeo con suavidad.

—¿Cómo estás mi amor? —susurro en lo que ella se acurruca en mi.

—Preocupada, abrumada, dolida —responde—. Mi hijo, el Cario, no confía en mí, se mete en líos innecesarios. ¿Por qué lo hace Orkias? Lo pienso y lo pienso y me cuesta creer que él ya no es mi bebé, que ahora se ha convertido en alguien autodestructivo... y no sé que hacer...

>>Se niega a ir con Yael... se ha metido a la choza más peligrosa se confinamiento. ¿Qué estoy haciendo mal?

La pregunta que todo padre de la Colmena rehuye, definitivamente es esa ¿Qué estoy haciendo mal?

¿Ser honesto? O llamarme al silencio? Me encantaría tener a mi madre en estos momentos, así podría pedirle consejos, no sé cómo actuar, pero me dejo llevar por mis instintos al final.

—Lo que te voy a decir, no te va a gustar —Confieso mientras me siento delante de ella y la miro a los ojos.

—Solo dime la verdad, no importa que sea amarga.

Admiro por un segundo a la hermosa mujer, tomo su manos y beso con suavidad su piel, ahora solo me queda soltar la lengua al fin.

—Todos aquí sabemos que somos malos adultos Solei, sabemos que tuvimos malos padres y nos tocará serlo... e tu caso, ya te toca.

>>Los encerramos desde ¿Los 4, 5 años? ¿Crees que eso es vida? —los ojos de la madre de mis hijos se humedecen, mierda, debería callar...

—Continúa Orkias... por favor. Termina tus pensamientos.

—No quiero que llores mi amor.

—Sí no lloro con la verdad, voy a llorar con la frustración... por favor, dime. Habla de una vez.

—Luriel debe esta sufriendo un mar de cosas Solei, le hemos cargado el peso de la sociedad entera sobre los hombros. Un niño de casi 16 años, enamorado, que sueña con ser escritor, y no tiene tiempo ni siquiera para tomar la mano de su novia. Lo acorralamos con reglas, lo privamos de socializar y para más debe atender a cada segundo con quien se junta, con quien habla, en quienes confiar.

>>No, no digo que seas mala madre, somos malos adultos todos. Porque dejamos algo tan grande como la protección de todas estas personas en sus manos. Y sí, el ya no es un bebé, es un joven herido, con mil problemas internos.

>>La muerte de Itae, nos golpeó a todos ¿Pero te has puesto a pensar cuanto debe de costarle a él? No ha tenido ni 5 segundo de luto. Luriel es solo un niño Solei.

—Lo sé, y por eso me duele que tenga esta conducta. Me duele que no confíe en mi, en Thalia, ni siquiera en su novia. Lo normal sería que busque hablar con alguien o quizás revelarse con algún tatuaje... pero encerrarse a morir. Porque no me dirás que su comportamiento no está al borde de ser auto lesión.

—Lo es... —respondo sin dudar y con la cabeza gacha, porque lo entiendo.

—Orkias... Tú...

—Sí, hice algo peor luego de la muerte de Mirena... por eso lo comprendo —digo poniéndome de pie —. Y te puedo asegurar que comprendo de más a tu hijo, y si eres solo exigente y le pones prohibiciones lo único que vas a lograr es alejarlo, y que se haga más rebelde. Debemos... hacer algo, quizás, darle un respiro de sus responsabilidades.

—Estás pensando de nuevo en el Nole me tanguere ¿verdad?

Solei se pone de pie con brusquedad, lleva sus manos de nuevo a su vientre y se acerca hasta mi.

—Orkias, no voy a permitir que lo hagas ahora, sabes mejor qje nadie los riesgos de ese hechizo.

—Mi madre no murió por invocarlo.

—¿No? —su tono de voz refleja lo ofendida que está — ¡Soy una tonta por creer que sus últimas palabras fueron esa invocación... claro que lo soy!

—Solei...

—Orkias, no. Me vas a escuchar. Sí. Luriel debe respirar, pero debe hacerlo del internado, dale unos días libre, quizás con sus amigos e Iracema, nada de misiones. Rodeados de guardias y quizás con Cariem y sus conjuros de protección... pero tienes prohibido hacer esa invocación mientras tus hijos están en mi. ¡Jura Arikú, que solo en caso de que me veas morir o veas a la Colmena al borde de la extinción lo usaras! No antes, no en otras circunstancias...

—Mi amor... por favor ¿Qué dices?

—¡Juralo! —ordena con la voz autoritaria.

Respiro profundo, cierro los ojos. Y visualizo un futuro en donde La Colmena está segura de todo esto. En donde nadie corra peligro y nuestro legado se mantenga sin necesidad de sacrificios.

—¡Arikú! —vuelve a decir Solei y toma mi mano para ponerla sobre su vientre —. Juralo.

—Lo juro...

—Bien, ahora... pensemos en que podemos hacer por los chicos para que se desconecten de tanto drama y puedan tener algo de paz mental.

Ella voltea de nuevo, y siento que estoy fallando. Esta vez callo mis pensamientos. No quiero alterar a Solei, porque de verdad no quiero que le haga mal lo que pienso.

Pero la verdad es que desde el fondo de mi corazón soy consciente que unos días de vacaciones no es lo que de verdad necesita Luriel. Ese niño está sufriendo más que solo el estar saturado de responsabilidades, él está sufriendo el hecho de tener que hacer cosas que no debería a su edad.

Pero ¿Qué puedo hacer yo?

Se supone que yo soy el adulto, el rector, el que debería saber mejor que nadie que solución tomar, pero me siento agobiado y perdido, siento que no puedo hacer más que ser un espectador, en medio de un terrible juego que tiene como objetivo destruirnos a todos poco a poco.

Mis sentidos de alertan están al 200% luego de lo de Itae, porque en el ambiente aún huele a flor de muerte, y a perfume de almas.

Y ese presentimiento nunca falla, esos aromas nunca son simples sensaciones.

Ojalá pudiera hablar con el 7mo. Ojalá pudiera guiarme en este terrible camino empedrado, para dar aunque sea un alivio al Cario y la protección que se merece el panal.

Pero lo único qje tengo en la cabeza es la preocupación de no cumplir con mi deber. ¿Y si fallo? ¿Y su muero antes de conocer a mis hijos?¿Cómo hago para lograr traer el orden?

Necesito hablar con alguien para que pueda darme una pista de la solución a todo este problema.

Los secretos de La Colmena  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora