Extracción

525 129 51
                                    

Irina y yo estamos parados en el techo del Saint Carls, ella trae un bolso de tela colgando de sus hombros, y el cabello suelto vuela con el viento.

Yo estoy mordiendo una rama de canela, tal como me pidió Irina que lo haga durante todo este proceso.

—Recuerdo las clases de Hechizos chamánicos, esta clase fue mi favorita —dice ella sentándose en postura fácil.

—Sí, recuerdo que te gustaban las clases, siempre terminabas primera los hechizos. Por sobre todo si implicaba el uso de elementos.

—Es divertido hacer esto, me siento una bruja aunque no sea una.

Coloca el mechero, lo enciende y quema unas flores de temporada para que suelten su esencia y no se huela lo que va a preparar. Pone sobre el mechero un trípode y sobre él una olla de barro.

—Egueru cheve pe ojapovachupé mbareté —repite el mantra mientras pone en su recipiente hojas de wembé, flor de coco, menta, flores de naranjo, miel y una gota de su sangre.

Observo el campo vacío, no hay nada más que la niebla de la noche apoderándose del panorama. Irina no deja de repetir su cántico y ahora golpea su olla con el mazo que trajo para sus ingredientes.

Del brebaje sale humo espeso de color caramelo, huele delicioso, aunque sé que es como el efecto vainilla, es solo olor, una gota de eso sería capaz de derretir la lengua de quien ose probarlo.

—Algo no está bien —digo a Irina quien no deja su mantra—. Tú sigue, voy a rodear el lugar de campo magnético con Aratirí.

Invoco a mi espíritu, y esta aparece con sus chispas características, al igual que yo observa  rededor con desconfianza, los dos estamos seguros de que hay algo raro en el aire.

El peso de las moléculas suspendidas en el éter se hacen más evidentes, como si acabara de quemarse grandes extensiones de árboles.

—Segundo... —digo en un susurro en lo que Aratirí comienza a rodearnos con una red de rayos—  ¿Qué está ocurriendo?

—Hay espíritus malignos, no puedo entrar —responden las voces del segundo, puedo incluso escuchar como sus cabezas chocan una con otra.

—Mierda —susurro en lo que las chispas de los rayos se hacen más fuertes.

—Será mejor que termines el ritual y salgas de allí. Siento algo que me repele —las voces del segundo siguen superponiendose—. Ni el 7mo podrá ingresar, eso lo aseguro, al parecer pusieron un campo contra nosotros. Me voy rector, este lugar no es seguro para mi.

—Ve, Segundo.

Miro a Irina quien sigue concentrada, según veo aún falta un poco para que el brebaje esté listo.

—Arikú —habla Aratirí—. Esto no me gusta, siento que algo debilita mi campo. Es como si, el suelo estuviera absorbiendo a mis rayos.

—¿Qué está pasando?

Llevo mis manos a la cabeza, todo se me hace borroso, como si alguien estuviera nublando mi vista.

—¿Irina?¿Aún falta mucho?

—Cinco minutos más, solo cinco minutos más.

—Aratirí aumenta el poder que uses.

—Está bien, Orkias.

Las chispas se hacen más fuertes y mi vista se va haciendo menos nítida, mi cuerpo se hace pesado, y la respiración se me dificulta de más.

Mis rodillas caen al suelo, el peso de mi cuerpo me lleva el rostro  al concreto, pero Aratirí me sostienen antes de que impacte contra él.

—Arikú... —llama, pero no la veo.

El sonido del aire romperse por el viaje de algo afilado llega a mis oídos, de inmediato identifico que se trata de una flecha, estoy seguro que ella viene para impactar contra mi, pero nunca llega.

—¡Vaya! Si la Asturia es rápida y poderosa —reconozco la voz de Coral.

—Aratirí —susurra Irina—, disimuladamente necesito que vuelques el brebaje, hazme el favor.

—Desde aquí veo que tu invocación no está terminada —dice mi espíritu.

—No, pero es fuerte como para debilitar lo que sea que tiene a Orkias así y podamos escapar de aquí, retendrá a Coral aunque sea unos días.

—Está bien...

—Termiba el hechizo —logro decir apenas.

—En ese estado manda la ley de la Colmena Orkias, no tú —me responde Irina.

—¿Qué tanto susurran ustedes dos? —pregunta Coral —¿Saben qué? Da igual, la abuela de Orkias tenía razón. Sabía que vendrías por nosotros... queriendo detener nuestro paje... ¿Sabes cuantos cabellos de tu abuela tuve que arrancar?

>>Aquella vez no pudimos quitarte la sangre que necesitamos, pero esta vez estás acorralado Orkias.

—¿Crees que tienes la ventaja Coral? La verdad es que no te haces idea —desafía Irina—. Atrévete a acercarte hasta nosotros a ver si eres tan valiente como dices.

Escucho los pasos de Irina retroceder y alejarse de mi. Pero no entiendo lo que pretende hacer.

—No necesito acercarme, estoy bien dondr estoy, pero sabes qué Asturia, lo bueno de estar en mi lugar es que puedo ver a tu rector casi moribundo. La abuela tuvo que dar de su propia sangre por días para nublar la intuición de Orkias, y me encanta verlo tan... humillado, débil y derrotado ¿de verdad creías que no te íbamos a esperar luego de los últimos acontecimientos?... eres tan predecible Orkias.

—Irina... —llama Aratirí a la joven.

—Espera... solo unos segundos.

El sonido de otra flecha llega hasta mi, pero huele a quemado, imagino que Aratirí la hizo cenizas.

—¡Vaya! Que fuerte es tu espíritu en verdad.

—Pero también te estás debilitando ¿Verdad, Aratirí?

Esa es la voz de Daniel, mierda, nos están distrayendo, ellos planean algo más, y nosotros estamos cayendo redondos en la trampa.

—Irina —logro decir—. Demos irnos.

Cuando acabo de decir eso, el sonido del hormigón crujiente bajo mis manos me da la pauta de lo que ellos estaban planeando, el objetivo era yo, simple y únicamente mi sangre, y yo vine de voluntario a entregarla.

Las esquirlas del hormigón comienzan a cortar la piel de mis manos y de mis piernas. Intento hacerme de fuerza absoluta, pero no puedo ponerme de pie, al contrario solo parece que me voy cortando más y más.

—Aratirí, ahora, arrojalo ahora.

—No dejes rastro de mi sangre Ara...

Digo eso último arrastrando las palabras.

Solo logro escuchar como las risas de Daniel y Coral se hacen gritos de frustración, el olor a quemado llega de nuevo a mis fosas nasales y las manos de Irina rodean mi brazo.

A ciegas me hago la imagen de un edificio cayendo, de nosotros levantados por Aratirí para viajar a la velocidad de los rayos y con la esperanza de que ni una sola gota de mi sangre haya quedado en los escombros.

Grave error de mi parte no proveer la trampa y dejarme cegar. Acabo de poner a toda la Colmena en Bandeja de plata a los mata abejas y desterrados. Mi abuela si que debe odiarme para haber pensado tan elaborado plan.

—Al menos —dice Irina en lo que voy quedando inconsciente —Logramos realizar la Extracción, y la mejor parte, tenemos 2x1.

Eso me tranquiliza, ahora solo me queda esperar a que no hayan logrado su cometido.

Los secretos de La Colmena  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora