Promesa

610 131 86
                                    

—No puedo creer que tan siquiera lo estés considerando —mi enojo se nota en el tono de voz, Mirena solo se balancea por los aires.

—Que sea tu espíritu guía no significa que sea de tu propiedad Luriel. 

Me acomodo en la ventana y le ofrezco una mira cargada de furia, por su puesto que soy consciente de que yo no soy su dueño, pero es mi amiga, y sé que el estúpido conjuro que quiere hacer Anastasia es peligroso. 

—Mirena, no puedo estar de acuerdo con esta locura, lo siento, y sabes que necesitas de mi aprobación, y es verdad, no soy tu dueño, pero soy tu amigo. Y mientras no haya una prueba fehaciente de que ese hechizo es seguro, no lo van a experimentar contigo. 

Mirena baja y se pone a mi lado, me observa y esboza una sonrisa en sus labios, para luego comenzar a fastidiarme.

—¡Awww! te preocupas por mi, soy importante para el Cario, mira nada más que sentimental resultó ser el gruñón Gianti.

—Basta... —oculto mi sonrisa

—Mmmmm El cario se preocupa por mi, ¡Escucharon eso! que mueran de envidia los otros espíritus y niñas del internado. Necesito poner esto en un titular: Luriel Gianti no solo se preocupa por Iracema. 

—¿A las otras niñas les dará envidia?

—¡Ves como eres un perro, Gianti! —acusa mientras vuelve a volar sobre mi cabeza, levanto la mirada y la sigo con los ojos —. Pero sí, la verdad es que en los últimos tiempos has estado en la boca de todos y todas, al igual que Juanjo y Gus, al parecer reemplazaron la fama de Zunú, Arand e...

Ella guardó silencio, y yo agacho la cabeza, los dos sabemos que nombre falta en la lista, y duele, aún tengo la imagen clavada en mi cabeza, tal como la muerte de Elsa, y lo peor es que soy consiente de que no serán las únicas que veré. 

En las últimas semanas se han reportado un montón de crímenes contra la colmena, hace unos días un ex compañero de Orkias y Cariem logró sobrevivir a un ataque de mata abejas. Los cazadores han intensificado sus labores, y la Diosa de la destrucción a intentado volver a pasar a nuestra dimensión un par de veces más. 

La carga sobre mi espalda se hace cada vez más pesada y no sé tan siquiera si es sólo consecuencia de que tenga el titulo de Cario, o simplemente porque aún soy novato en esto. 

Hay días que me quiero tomar la cabeza y quedar bajo el agua, sin pensar sin tan siquiera saber qué soy ni quién soy. Me vuelvo loco cuando todo se me mezclan las tareas, entre el internado, los entrenamientos de marcas y ni que decir cuando toca con Araresá. 

—Luri... —llama Mirena, la vuelvo a mirar y noto la preocupación en sus gestos.

—No pasa nada —me bajo de la ventana, llevo mis manos a los bolsillos y comienzo a caminar hacia la puerta.

—No me mientras Luriel, no a mi. Sé que es difícil,  pero créeme cuando te digo que Itae murió en paz, y eso es un alivio, porque no está destinado a vagar y recordar su muerte una y otra vez...

Parpadeo un par de veces, porque nunca me puse a pensar eso, Mirena está condenada a lo que me acaba de decir. Su alma no puede salir de aquí, ella no es libre, ni mucho menos del recuerdo de su tragedia, y comprendo la desesperación que surge en ella para aceptar los riesgos de un hechizo que podría resultar terriblemente mal. 

—¿Es horrible?

—Yo no lo dije...

—Sólo responde Mirena, ¿Es tan horrible? ¿Cómo es?

Los secretos de La Colmena  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora