Los golpes contra la pared se hacen más fuertes, definitivamente esto no es como la primera vez. Escucho las voces de Itae, de Elsa y de toda abeja que haya muerto en medio de una batalla, los lamentos son 1000 veces más desesperantes que las risas de mi pora, no tengo idea de como lucen, porque he cerrado mis ojos desde que ingrese a la cabaña.
Estoy seguro que para esta hora ya deben saber que no estoy por los pasillos del internado. Algún maestro ya habrá deducido que estoy en alguna cabaña encerrado.
—¿Por qué no dejaste tu pago? —pregunta la voz del señor de la noche.
—Lo olvidé —respondo sobre los lamentos y las voces distorsionadas de fondo.
—Mentira... lo hiciste a conciencia... Cario, el dolor físico no soluciona el dolor del corazón. Puedo dejarte mil marcas de ser necesario, traer abejas de todos los campos, serpientes de todo tipo, ninguno te va a aliviar.
—¿Te niegas a cobrarme, señor? —pregunto levantando la vista, la cara del señor de la noche es tan peluda como sus manos, su sombrero de paja se mueve con las vociferaciones de los lamentos de los Poras, quienes quedaron flotando al ver que mi cabeza ya no estaba entre mis rodillas—. Me dijiste que lo pagaría peor si volvía a fallar.
—Lo dije, exacto, pero no fallaste, aún, me estás haciendo una rabieta, Luriel las rabietas se entienden, sin embargo, afuera me dejaron tu cuota, tus amigos siguen pendientes de ti. En fin, Cario, espero que esta noche disfrutes tu estadía, estos Poras no son tan mansos como los que ya tenías.
Pombero desaparece al finalizar sus palabras, y en ese instante, los entes comenzaron a trasformase en fantasmas aterradores, mujeres, hombres, niños con rostros deformados, carcomidos por gusanos, los ojos caídos, la piel rasgada.
Almas en pena de personas que murieron de forma trágica, enfrascadas en un sólo duende, almas que como yo, que buscaron una salida a su sufrimiento en vez de enfrentar al mundo en el que viven.
En un comienzo el miedo me gana y hace de mí lo que se le antoja, mis ojos observan a esos fantasmas deplorables y mi corazón se acelera por el miedo, sin embargo, me doy cuenta de que no somos tan diferentes.
Cuando están por atacarme, me pongo de pie y los enfrento.
—¡Ni se les ocurra acercase!
—¡Tú no nos mandas! —gritan las voces unidas en ese tono lastimero—. Nosotras hacemos lo que queremos, y hoy queremos tu alma corrompida y destruida Luriel Gianti.
—Cario... —Corrijo con arrogancia.
—¡Mientras no nos conquistes no eres el Cario para nosotras!
Con esa advertencia los Pora se acercan a mi, el miedo se apodera de cada célula que tengo, pero no me doblego, al contrario me pongo firme ante ellas. Comienzan a rodear mies extremidades, y se apoderan de mi cuerpo, me sacuden pues ingresan y salen de mi, atravesandome, en cada ida y vuelta me dejan heridas horribles.
Comienzo a sentirme débil a causa de los golpes, mis rodillas quieren ir hasta el suelo, pero me mantengo firme, aprieto mis puños con fuerza, y a pesar de que la sangre comienza a resbalar por mi piel, no me dejo ganar por la sensación de debilidad que me deja su rastro.
Las gotas caen al suelo, y lo sé porque el sonido se intensifica cómo si fuera lo único que hay en esta habitación.
—¿Mueres o nos conquistas? —pregunta la voz distorsionada de uno de los fantasmas.
—Morir no es una opción para mi...
—Tus signos vitales dicen lo contrario.
—Mis signos vitales no definen ni definirán jamás mi espíritu y mi alma.
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Los secretos de La Colmena [Libro 2]
FantasíaHan pasado 7 meses desde el ataque al panal, muchas cosas cambiaron en el internado, por sobre todo la seguridad y el accesos. Luriel Gianti e Iracema Asturia se van a encontrar con mil desafíos más. ¿Serán capaces nuestra Guerrera y el Cario de co...