Encerrada

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Acabo de dar de amamantar a Saité, Orkias está con Mainara en brazos, y no hay escena más hermosa que esa.

Él me mira orgulloso con sus bebés en brazos, y sé que apesar de estar preocupado por el ataque al templo, también está feliz por estar con sus hijos.

Hace hora y media Luriel y Thalia nos dejaron para ir a combatir, y tuve que retenerlo a él para que no hiciera el Nole me tangere.

Orkias acuesta a Mainara en su cuna y toma a Saité en sus brazos, me deleito en ellos en en amor que expresa con su abrazo a su hijo, y en la forma en que mira la grandeza de ese ser.

La puerta de la habitación se abre, y una enfermera mayor se acerca a nosotros, parece amable, pues ni bien ingresa nos ofrece una sonrisa cargada de ternura.

Mis ojos dan con un collar de abeja que esta mujer tiene colgando de su cuello, pero sé que no es de La Colmena, nunca la había visto. Sin embargo, algo en ella me hace confiar ciegamente.

—¿Necesitan algo? —pregunta con un tono casi cargado de amor.

—Creo que no —responde Orkias, luego me observa —¿Necesitas algo, amor?

—Sí, quiero ir al baño. ¿Podría llevarme? —pregunto a la mujer.

—Lo hago yo... y que se quede con los niños —se apresura a decir Orkias.

—No, no —digo casi con inmediatez, algo en el fondo de mi cabeza me grita que no debemos dejar a los niños solos —. Mejor los cuidas tú, no quiero que otros se encarguen de ellos. Solo nosotros... —No pienso en la enfermera,  fui honesta, y soy una mamá clueca.

—Ok... —Orkias me da un beso en la frente, y vuelve a mecer a Saité. 

—La ayudo señora Solei. —La enfermera me traslada a una silla de ruedas. Me lleva hasta la entrada del baño, ella ingresa primero, y al intentar encender la luz, el foco estalla.

—¡Mierda! —digo cansada, lo que menos quiero es estar en un baño a oscuras.

—Le parece si le llevo al baño de la sala contigua —propone —, mientras aviso al conserje que venga a arreglar aquí.

—¿Qué sucedió? —pregunta Orkias desde la habitación.

—Nada, amor, solo estalló el foco. La enfermera me llevará al baño de a lado.

—Okok...

—Vuelvo enseguida, extrañame.

—¿Cómo no hacerlo? —me ofrece una sonrisa, y quito de ello una foto mental, es lo más hermoso que me puede dar. Su felicidad como padre.

La enfermera me lleva por el pasillo, y algo me susurra en el oído, solo que no lo logro entender.

Solo sé que mis instintos están encendidos, miro a todas más direcciones, logro visualizar a unos cuantos oficiales resguardando, hasta que uno de ellos se acerca a nosotras.

—¿A dónde la llevan? —pregunta el policía.

—Aquí. A la habitación libre, el foco de su baño estalló. Y me gustaría llevarla a un lugar cómodo, acaba de dar a Luz como sabe.

—Bien... —contesta el oficial y nos deja avanzar.

—La tienen como a un miembro de la realeza —dice la enfermera riendo.

—Luego de que hayan intentado asesinarme, lo agradezco —contesto con un tono de burla.

Ingresamos a la habitación, y la mujer me hace pasar a la habitación, me lleva hasta el baño, y allí me paro, cierro la puerta y voy a hacer mis cosas.

Los secretos de La Colmena  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora