Juanjo

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Miro el reloj que está en la pared una y otra vez mientras juego con mi pulsera, la abeja se marca en mi piel cada vez que lo presiono con mi dedo pulgar, los nervios ya se están carcomiendo mi cabeza. 

Hace más de una hora Orkias se llevo a Luriel e Iracema, no tengo noticias de mi tío, ni de mi madre. Quisiera saber cómo están transcurriendo todo este lio, porque la falta de información me pone de malas. Mis pies están inquietos, en verdad necesito hacer algo, quizás debería ir  buscar a algún conocido y despejarme. 

—Josefina... —la voz de Gerardo perfora mis pensamientos, y a pesar de que no lo soporte, ayuda a romper mi ansiedad. 

—Gerardo... —saludo mientras alza un pie en mi banca y se apoya sobre su rodilla con el brazo izquierdo—. ¿En qué te ayudo?

—Solo vengo a saludar...

Me muerdo la uña y reprimo la risita de burla que de igual manera se escapa de mis labios, es evidente que él no viene solo a eso, lo conozco de más. 

—¡Vamos! —digo mientras Gerardo cambia su expresión—. No me vengas con tonterías y ve al grano. 

—No te entiendo Jose, te comportas como si nunca hubiésemos sido amigos... ¡Claro! olvidé que ustedes, los de la Élite cambiaron a sus amigos y sólo se juntan con quienes son poderosos.

—No vengas con esa tontería, que lo único que realmente te molesta es que ya no eres de la casta que se daba el lujo de burlarte de todos. 

Gerardo se sienta a mi lado, y las ganas de querer correr del lugar se apoderan de mi. La verdad es que me siento incómoda con su cercanía, o mejor dicho, con todo lo que me recuerda que he hecho cuando fui parte de su círculo. 

Acomodo mi cabello, vuelvo a mirar el reloj, mis ojos se cruzan con la figura de Yara, quién en solitario va caminando quién sabe a dónde. 

—Yo... ¿Y tú? quieres que te recuerde cómo jugabas al doble filo con Iracema, como con Yara la dejaban sola, y hacían que excluyeran a la chica, y mira nada más, ahora es tu amiga, mientras que dejaste a Yara en el olvido... la chica parece un alma en pena.

—No digas estupideces —interrumpo levantándome de golpe—. Es Yara quien prefirió alejarse de nosotras, por los estúpidos celos. Y en todo caso Gerardo ¿Por qué tú no la incluyes en tu grupo de amigos si de verdad te preocupa?

 —La bella Ninfa se enojó. Te sigues viendo hermosa cuando frunces el ceño Jose...

—Imbécil..

Camino hacia delante in tentando alejarme de él, pero me toma de la muñeca, justo del lado de mi pulsera, provocando que el dije de abeja se entierre en mi piel, sin mediar palabras, lo aparto con un golpe, en lo que él se pone de pie, desafiándome con la mirada.

—Fíjate como el circo de su supremacía se va desmoronando de a poco Josefina, con el padre de Luriel en la cárcel al parecer la popularidad de los Gianti Merlis se está haciendo papilla... un día, vas a estar sola de nuevo, y vas a correr a nosotros, y te juro que vamos a hacerte saber lo ingrata que fuiste. 

—Ya veo —contesto desafiante y acercándome s su rostro, Gerardo retrocede un paso y traga fuerte al ver que no me ha intimidado—. Tienes ese discurso... el de los ardidos traidores ¿A caso eres uno? o lo son tus padres... no te mereces llamar abeja, no te mereces tener la insignia del colegio, mucho menos la marca de uno de lo 7. 

>>Espero con ansias Gerardo, el día que lo grites a todo pulmón para ser yo quien testifique en tu contra el día en que te destierren de nuestra sociedad, no tienes idea de las ganas que me acaba de dar de ver cómo el poder de mi palabra, se convierte en armar y verte destruido.

Los secretos de La Colmena  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora