Ladymoon《 Adrien Agreste y tú 》

《 Copigato 》

—Dejenme ver si entendí —alcé una mano hacia ambas para detenerlas—. ¿Estás practicando una conversación con Adrien por qué no te crees lo suficientemente capaz de tener una platica común y corriente con él?

—Ah... ¿Si? —dudó.

—¿Y si la conversación cambia de rumbo hacia otro tema? —alcé una ceja y ella me vió aterrada.

—Escucha Marinette, todos sabemos que no puedes hablar con él. Solo aprendete el libreto, llámalo e invitalo al cine —habló Alya entregandole dicho objeto.

—Pero los maestros dicen que no me escucho natural cuando leo.

—Cuando hablas con Adrien no te escuchas natural de igual manera, ¿qué más da? —me encogi de hombros.

—¡No! —ne gritó la morena haciendo que me sobresaltara—. Debes memorizarlo. Puedes hacerlo, solo no improvises —recomendó—. ¿Lista?

Le entregó el teléfono a Marinette, donde se veía la fotografía de el modelo en la pantalla.

—A-ahm... ¡Ay, olvídenlo! No va a funcionar —se recostó sobre el respaldo de la silla giratoria.

—Ya es tarde —presionó el botón de "llamar" y reí mientras ambas nos escondiamos detrás del sofá de la habitación de Nette—. Está marcando.

Ella saltó de su silla mientras intentaba alejarse lo más posible del dispositivo aún en su mano.

—Hola, soy Adrien. No estoy, deja tu mensaje —sonó la voz de mi mejor amigo luego de los tres tonos.

—Entró al correo de voz —alertó nerviosa.

—Adelante —la alente.

—Deja el mensaje, no improvises.

Soltó un suspiró antes de poner el teléfono sobre su oído.

—¿Hola, hola? ¿Correo de voz de Adrien? —Alya y yo llevamos una mano a nuestra frente—. Ahm... soy Marinette y voy a dejar un correo de voz para ti, aunque es obvio porque es tu teléfono, así que a-ahm... ¡Nos vemos luego, adiós!

Lanzó el celular hacia el sofá frente a mí.

—¿Es en serio? —la miré incrédula al ver que se sentaba.

—¿Qué? ¿Qué esperabas que le dijera? Hola cosita, soy Marinette y te quiero invitar al cine, pero estoy tan loquita por ti que la única manera en la que puedo hablarte sin tartamudear ¡Es por el estupido teléfono! —hizo una voz más grave e intenté suprimir una sonrisa—. ¿Es ridículo, cierto? —puso ambas manos sobre su cabeza mientras se recostaba nuevamente sobre la silla.

—Si quiere dejar otro mensaje, presione uno. Si quiere borrar el mensaje, presione dos —habló la voz proveniente del celular y las tres nos miramos sorprendidas.

—¡Presiona el dos! —alertó la de lentes.

La oji-azul se lanzó al sofá para tomar el objeto y cayó el suelo al presionar un botón.

Suspiró aliviada.

—Mensaje guardado, adiós.

—¡NO! —hizo una cara de espanto y yo estalle a carcajadas.

—No es tan malo como crees —Alya se sentó a su lado y ella le lanzó una mirada significativa—. Bueno... si es malo, pero vas a tener que decirle uno de estos días de alguna u otra forma. Piénsalo así, ¡no más secretos!

—Su correo de voz grabó toda mi conversación.

—¿Y qué importa?

—Le dije cosita.