《 Cupido negro 》

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Pov Adrien:

Estaba en la escuela. Me encontraba sentado en mi lugar mientras que la señorita Bustier daba su clase, hoy era San Valentín, el día de los enamorados.

Solté un suspiro, exasperado al no encontrar las palabras adecuadas para describir mis sentimientos. La noche anterior no había podido dormir por esto.

Había ocupado ya nueve hojas, ninguno de los poemas que escribía eran de mi agrado. Negué ligeramente antes de hacer una bola aquel papel, tirandolo sobre mi mochila para darme por vencido.

—Adrien, espero que lo que hayas escrito durante la última hora tenga que ver con mi clase —oí a la maestra acercandose, levanté la cabeza—. ¿Puedes repetir lo que acabo de decir?

—El príncipe rompe el hechizo besando a la princesa porque sólo el amor conquista el odio —murmuré.

Ella me vió con una sonrisa.

—Excelente, Adrien.

Tomé aire cuando se alejó, por suerte tenía un buen oído.

Miré a la causante de mis desvelos, como lo había hecho en varios momentos de la clase.

Mi insomnio tenía nombre, apellido, y unos preciosos ojos color avellana.

La castaña parecía estar concentrada, también intentando escribir algo sin mucho éxito. Pues soltaba bufidos cada tanto, estresada.

Sonreí de lado, lucía hermosa.

El timbre sonó, indicando la salida de clases. Tomé mis pertenecias para guardarlas con tranquilidad, poco a poco el aula comenzó a vaciarse.

Pude ver como ___________ se ponía de pie y tiraba a la basura aquel papel en donde escribía con tanto empeño, saliendo del salón con mala cara.

Miré el cesto, tentado.

¿Estaría mal si...?

Sin pensarlo dos veces, me levanté de mi lugar mientras ajustaba la correa de mi bolso sobre uno de mis hombros, acercandome a la basura.

Visualice la bola de papel, por lo que me agache levemente para tomarla, victorioso.

—¿Adrien-boo? —escuché a mis espaldas y me di la vuelta, escondiendo lo que tenía en mano rápidamente—. ¿Qué haces?

—U-uhm... nada, solo... ya estaba por salir —sonreí, nervioso.

—De acuerdo... —dudó la rubia, antes de acercarse junto a Sabrina, ellas traían un póster doblado—. Firma aquí, por favor.

—Sabes que odio firmar autógrafos, Chloe.

—________ me lo pidió —dijo, y supe que mentía—. Es para que todas tus admiradoras te dejen en paz el día de hoy, sólo te cuidamos, es por una buena causa.

Negué levemente, tomando aquel bolígrafo que la pelirroja me extendía para firmar.

Ambas se fueron, la rubia con una sonrisa triunfante.

—Por fin —Plagg salió de mi chaqueta al encontrarnos solos en el salón—. Moría de la ansiedad, ya léela.

Alcé una ceja.

—Eres mala influencia.

—¡Yo no fui quien robó un papel de la basura para espiar a su amada! —recordó él, enrojeci de golpe.

—No la espío.

—Si, claro. ¡Ya léela, niño!

Hice caso, sacando el papel para desdoblarlo con cuidado.

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⏰ Última actualización: Jul 22 ⏰

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