Capítulo 04

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Raven había demostrado una capacidad de adaptación positiva a su estancia en Ciudad Firewall gracias a su forma de ser tan aduladora hacia sus compañeros y su obediencia ciega para con las órdenes que recibía del Amo de los Esclavos. Bajo su fachada de inadaptado parecía esconderse una persona con las capacidades necesarias para sobresalir, aunque él mismo parecía obcecado en ser su peor enemigo y echarlo todo por la borda. 

Durante su adolescencia, Ájax había visto a muchos niños ricos como él en La Capital. Jóvenes que lo tenían todo, pero ya fuera por la presión de sus padres o por la toma de malas decisiones, decidían echar a perder su futuro y tomaban sendas oscuras en las que acababan atrapados. Incluso él estuvo tentado a seguir ese camino después de que su único amigo, Kalaham, le traicionase por primera y última vez. Afortunadamente, el haber conocido a Daliah Iosefka como consecuencia de esa traición, aportó algo de cordura y sensatez a su vida.

—¿A qué estás esperando para enviar tu solicitud? —le increpó.

—Lo saben. No creo que me permitan acceder al ejército, así que estoy valorando todas las opciones que tengo sobre la mesa. —Cogió una patata de un plato de cristal pequeño y se la llevo a la boca, hablando mientras masticaba—. Quizás pueda trabajar en un lugar como este.

Gracias al dinero de su familia, Iosefka solía invitar al futuro cazador a comer a un pequeño restaurante de comida rápida bastante acogedor y minimalista, que era regentado por un señor que residía en las poblaciones de la periferia. De nombre Elogio y de descendencia española, su plato estrella era algo tan básico como los churros con chocolate.

—Tomad, la ración que habéis pedido. Nunca he visto a nadie que le gustasen tanto los churros como a vosotros. —Dejó la bandeja metálica en la mesa—. Salvo quizás mi hija Rose.

—Muchas gracias.

Ájax esperó a que el dueño se marchase para seguir con la conversación. Desde siempre había sido una persona reservada a la que no le gustaba que nadie que no quisiera le escuchase hablar o supiese de él, sobre todo a la hora de tratar temas tan importantes como era su futuro.

—Para trabajar en un lugar como este necesitas una recomendación y nadie te la va a dar con el carácter que tienes, ni siquiera la directora del orfanato con tal de librarse de ti —le recordó ella con furia—. Acabarás en una fábrica de mala muerte en la que morirás en pocos años.

—¿Qué tal son las de tu tío? Quizás me puedas colocar en alguna...

—Basta ya, Ájax. Por un momento, ¿te puedes tomar la conversación en serio? —Daliah se mostró molesta, incluso desesperada por la poca madurez que su amigo estaba demostrando cuando ella sólo quería ayudarle—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué le amputaste la mano? Y no tengas el valor de mentirme, sé que fuiste tú.

—Porque me traicionó. —Su rostro se ensombreció, sin mostrar ningún ápice de culpabilidad—. Debía mandar el mensaje a él y a todos los demás de que no era, ni soy ,una persona débil o se me echarían encima —contestó en voz baja y con un tono palpablemente molesto—. No sabes lo que es vivir en un orfanato, así que no eres quien para juzgarme.

—No te juzgo, sólo trato de entenderte. —Iosefka se encogió de hombros y cogió un churro para disimular que saciaba su hambre, pero realmente esa era una de las ocasiones donde el carácter del cazador le producía miedo.

Capaz de reconocer la reacción de su amiga, Ájax respiró profundo y espero unos instantes para que el ambiente se relajara. Apreciaba su amistad con Daliah y no quería perderla.

—Fue estúpido, lo reconozco, pero jamás pudieron acusarme de ello, así que quizás sí tenga una oportunidad de entrar en el ejército... —Suspiró y esperó que su nueva actitud fuese mejor recibida, forzando una sonrisa falsa para acompañar sus palabras.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora