Capítulo 20

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Gravemente herido tras el desencuentro con Chrysalimon, a quien acabó por darle una feroz muerte, Dokugumon se arrastró por el sombrío bosque con el abdomen ensangrentado, dejando un rastro rojizo tras de él. Aún tenía el cuchillo que Ájax le había clavado para defenderse, incapaz de quitárselo y el intenso dolor que le causaba, no solo físico, estaba mellando sus ganas de permanecer en el mundo de los vivos.

El arácnido no podía dejar de ver en su mente una y otra vez el momento en que, habiendo perdido el control, se abalanzó contra el cazador para devorarle. Un fuerte sentimiento de culpabilidad se había apoderado de él y no le abandonaba. «¿Habrán escapado? ¿Pucchiemon habrá sobrevivido?», se preguntaba con la única intención de infligirse mayor dolor a sí mismo como forma de castigo. Todo eso, como resultado, creó un aura oscura en derredor suya que comenzó a consumirle.

—No... No merezco vivir —sollozó antes de dejarse caer al suelo de lado, junto a unas rocas grisáceas, totalmente exhausto.

La luna llena alzada en el cielo bañaba todo con una luz plateada que hacía brillar los nueve ojos semiabiertos de la araña, brindándole un aspecto aún más escabroso. Allí decidió que esperaría su final durante la noche.

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Atraídos por el olor de la sangre, al amanecer una manada de lobos rodeó al ahora KoDokugumon tras haber olfateado su rastro, lamiendo las hojas impregnadas de líquido reseco que había a su alrededor. Había lo menos una docena de ellos.

El arácnido, quien tenía el pulso muy débil, despertó al sentir el suave tacto del pelaje de un cachorro que se había aventurado a acercarse a él y que, sin miedo alguno e inocentemente, jugaba a golpear las patitas que le colgaban de un costado.

Incapaz de discernir si aquello era real o por el contrario se trataba de un sueño, quizás una pesadilla, la araña permaneció inmóvil deseando que todo acabara rápido, cuando una figura más grande que las demás, y de un llamativo verde, apareció y se abrió camino para acercarse a él con una mirada penetrante, pero que transmitía buenas intenciones.

Incapaz de discernir si aquello era real o por el contrario se trataba de un sueño, quizás una pesadilla, la araña permaneció inmóvil deseando que todo acabara rápido, cuando una figura más grande que las demás, y de un llamativo verde, apareció y...

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Nivel: Adulto

Atributo: Vacuna

De nombre Huntermon, se trataba de un lobo con un pelaje verdoso, parecido al de un arbusto, que le ayudaba a pasar inadvertido y dar caza a sus presas sin ser visto. Con grandes fauces y unos ojos rojos, sus afiladas garras de color violeta se llevaban toda la atención. Por alguna extraña razón, ella parecía la líder de la manada.

—Levántate —ordenó con una voz femenina, pero grave.

KoDokugumon estriduló levemente e ignoró su presencia, por más que el lobito le estuviera produciendo un cosquilleo que le animaba a moverse.

—Levántate —repitió.

Confuso y molesto a partes iguales, el arácnido hizo ademán de mirar a la loba, pero el dolor del abdomen se lo impidió, aunque no fue un acto inútil. Al verlo, Huntermon acercó el morro para extraer el cuchillo, el cual dejó caer sobre el suelo, y acto seguido mordió su propio pelaje para arrancarse un poco y posarlo sobre la herida abierta, cortando así el flujo de sangre que había comenzado a manar por ella.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora