Capítulo 34

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El castigo impartido por Soulmon a causa de su atrevimiento había dejado al borde de la muerte a Ájax. De no ser por la insistente y vehemente defensa que hizo Althea en su nombre seguramente hubiera muerto en aquella sala del burdel para deleite de todos los presentes.

El fantasma, que estaba demasiado furioso para atender a razones, tuvo un arrebato de ira en el que sentenció a la pelirroja a cumplir la misma condena que el cazador, obligándola a cuidar de él... Tenía muchos conflictos que resolver por su culpa como para encargarse personalmente.

—Si él muere, tu destino estará sellado. —Soulmon le dedicó una malévola sonrisa—. Es la última oportunidad que te doy.

Eso fue lo último que la joven pudo ver del exterior. Desde entonces se encontraban encerrados en una pequeña celda de cinco metros cuadrados donde tan sólo había un catre y una fosa donde hacer las necesidades físicas. A través de una rendija en el portón de madera recibían una vez al día una ración de comida, vendaje nuevo y un poco de hierbas medicinales para curar las heridas del cazador.

Althea ya estaba acostumbrada a ese tipo de represalias. Desde su llegada al Pandemonium había sufrido muchas humillaciones y vejaciones por parte de los digimon. Originalmente fue vendida a Jokermon, quien lloraba la pérdida de una buena amiga a la que solía visitar en el mausoleo. El arlequín quiso suplir su ausencia con su presencia, pero la pelirroja tan sólo era una niña y apenas podía darle lo que buscaba. Un día, al realizar una apuesta arriesgada contra Soulmon, la utilizó como método de pago para pagar las deudas tras su derrota. Así es como desafortunadamente acabó trabajando en el burdel.

Los años siguientes aprendió el oficio: como satisfacer los deseos sexuales de los clientes, llevar las cuentas, servir copas o hacerse cargo de la enseñanza de los nuevos esclavos. Peldaño a peldaño se fue ganando un hueco respetable en la cadena jerárquica, casi por encima al que tenían los Vilemon, hasta que el misterioso y desafortunado encuentro con Vulturemon lo cambió drásticamente. Nadie más que ellos dos sabía qué había pasado... Eso enfureció al fantasma, quien se había desligado tanto de algunas de sus responsabilidades que no podía deshacerse de ella como estaba acostumbrado a hacer con tantos otros. La necesitaba.

Desde muy temprana edad Althea había tenido una vida llena de desdichas, dramas y dificultades. Catherine, su madre, murió en un parto difícil, quedando al cargo de su padre, Zacharias. Éste, incapaz de olvidar el dolor, la culpabilizó de lo ocurrido y la crió de forma distante y severa. Cuando una de las bombas nucleares cayó cerca de su población, la joven sufrió quemaduras por todo su cuerpo a causa de la radiación. Tras eso ambos se fueron a vivir al norte, donde fueron asaltados por VileRoachmon. Para salvarse el pescuezo, su padre la ofreció cual tributo y nunca más volvió a saber de él. Pese a ello, la pelirroja albergaba la esperanza de reencontrarse con él una última vez.

—¡Padre! ¡Padre! —Entre lágrimas Althea estiró su brazo, pero su padre miró a otro lado mientras se la llevaban—. ¡Volveré! ¡Por mamá!

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La recuperación de Ájax, gracias a los remedios, iba progresando adecuadamente. Los moratones apenas dolían como al principio y ya podía valerse por sí mismo al recobrar el conocimiento. Aún orgulloso por naturaleza, no dudó ni un instante en agradecerle los cuidados recibidos a Althea e hizo a bien cederle la cama para que pudiera descansar en condiciones.

Hasta ese encerramiento no se había parado a mirar al detalle su físico: su cabello rojizo albergaba trazas caobas si se observaba con detenimiento; tenía una piel suave, tersa y llena de señales a causa de la radiación... Supuso que había estado expuesta durante un largo periodo de tiempo y a juzgar por el cicatrizado, de muy joven; además tenía unos preciosos ojos color esmeralda, incluso el izquierdo. A pesar de tenerlo dañado, y con una cortina de opacidad que le daba un toque apagado, la pelirroja podía ver con cierta normalidad a través de él.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora