Capítulo 22

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La sorpresa generada por la aparición del barco pirata quedó en un segundo plano ante la presencia de KoDokugumon. Ájax y Pucchiemon no dudaron en correr hacia su amigo produciéndose el tan ansiado reencuentro con el que los tres habían estado soñando desde que se separasen y, al alcanzarle, se fundieron en un cariñoso abrazo.

—¡Estás vivo! —celebró la coneja besándole en la cabeza—. Temimos que hubieras muerto.

—Hubo momentos en que yo tampoco aspiré a un final diferente a este. —Sonrió el arácnido—. Me alegro de que tú también lo estés.

—Ájax curó mis heridas y cuidó de mí.

Callado, pero emocionado detrás de su fachada fría y seria, el cazador observaba a la araña reviviendo en su mente lo sucedido aquel fatídico día: el ataque de Chrysalimon, Dokugumon alzándose para atacarle y su mano hincando el cuchillo en su vientre.

—Ájax. Ájax.

—¿Qué? —Obnubilado, agitó la cabeza para centrarse en el presente—. Sí, yo también me alegro de verte, monstruito... Estaba preocupado.

—Yo siento haber intentado atacarte —dijo cabizbajo. Se sentía muy culpable por lo sucedido. Entonces agitó su pelaje y dejó caer algo al suelo—. Lo guardé para ti.

Ájax recogió el objeto envuelto en seda. Se trataba del cuchillo. Al sostenerlo una sonrisa le brotó en la cara, agradecido por recuperarlo. La batalla con Gesomon le había recordado que sí seguía estando en forma.

—¿Cómo sobreviviste? ¿Dónde has estado? —Pucchiemon tenía tantas preguntas que no sabía por donde empezar.

—Tuve algo de ayuda —respondió a la coneja acariciándole el pecho y se le ensombreció el rostro—. Vegiemon te está buscando, Ájax.

—No esperaba menos de él.

A un lado de ellos, el llanto de varias mujeres les hizo regresar a la realidad. Albern estaba de rodillas en el punto donde el calamar había asesinado a William, aunque no quedarán restos de él, rodeado por varios supervivientes.

El cazador se acercó y colocó su mano derecha sobre el hombro del joven, apretando con fuerza para reconfortarle.

—Siento su pérdida. William demostró ser un hombre valiente.

—Lo era —sollozó.

—Ahora, inevitablemente, no te queda más remedio que liderar a esta gente, Albern. —Ver las lágrimas del joven sacó un extraño lado paterno que Ájax desconocía que alguna vez tuviese—. Debes reponerte. No digo que no llores, pero has de seguir siendo fuerte, te necesitan.

—Lo intentaré —contestó sintiendo un fuerte peso sobre los hombros.

Pucchiemon, KoDokugumon y Puyoyomon, que había permanecido a cierta distancia, se acercaron también al corrillo, al que ahora se unía CaptainHookmon tras coger un bote y remar hasta la orilla.

—Gracias por tu intervención. Quizás hayas salvado vidas. —La coneja le hizo un gesto de agradecimiento.

—Por fortuna mi tripulación y yo llevamos una temporada navegando la costa para dar caza a todo tipo de bestias. —Sonrió elocuentemente—. Ahora que muchos siguen a Dagomon, han perdido la cabeza.

—¿Tú no le sigues? —El cazador le juzgó con la mirada.

—En el pasado ya probé la servidumbre al servicio de Barbamon —respondió con sinceridad—. Bajo sus órdenes hice multitud de atrocidades y cosas de las que no me siento orgulloso y, ¿qué me reportó? Las personalidades como él o Dagomon prometen una vida mejor, pero cuando desaparecen te han arrebatado hasta tu propia alma.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora