Capítulo 29

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La noche fue dura para los prisioneros, en especial para Ájax, quien ya comenzaba a sufrir los efectos inherentes de estar expuesto a la radiación, como leves quemaduras en la piel. En su posición no tuvieron derecho a dormir sobre una superficie cómoda, obligados a hacerlo sobre el frío suelo de metal que conformaba la parte de abajo de la jaula. Mientras, una constante tormenta de arena les golpeaba e impedía ver allá de dos metros.

Tobucatmon, acostumbrada ya a esas condiciones de vida, dormía plácidamente junto a los barrotes, que era lo máximo que la cadena atada a su cuello le permitía. Previamente habían estado hablando con ella, cuando los guardias no les prestaban atención y así averiguar un poco más de información sobre el sitio al que iban a ser enviados: el Pandemonium. Según pudo contarles era un lugar tenebroso y lleno de la peor calaña digimon de esa parte del continente, con unas defensas inquebrantables... Escapar de allí iba a suponerles un verdadero reto.

Al amanecer, según dedujeron al ser despertados por Assaultmon y no porque la luz del sol atravesase la tormenta, comenzaron a prepararlos para el viaje poniéndoles unos grilletes a medida en las extremidades para que no pudieran realizar ninguna treta inesperada. Al parecer iban a realizar el trayecto andando y no en uno de los habituales viajes en red.

—¿A cuánta distancia está el sitio donde nos dirigimos? —El cazador tenía las suelas del calzado desgastadas y ampollas en los pies que le incomodaban al andar.

—No es de tu incumbencia —respondió el cyborg con una voz severa y mecanizada.

—¿Acaso quieres cabrearles de buena mañana? —reprochó Vegiemon. Sin luz solar, ni nutrientes o agua, su cuerpo parecía marchito, de una tonalidad marrón preocupante.

—A todo esto, ¿crees que en tu estado podrás servir para algo? —Puso los ojos en blanco y trató de sonar hiriente sin decir una grosería—. He visto verduras con mejor aspecto que tú en la basura.

—Sólo necesito reponer energías, nada más, dichoso humano —gruñó—. Qué sehabrá creído....

Los Tekkamon del campamento cargaban diferentes cosas en un carro de madera bastante viejo; mercancía robada que venderían a los comerciantes del mercado: cachivaches, cajas blindadas, incluso un cargamento militar humano. A primera vista las esferas metálicas causaban impresión, con esa sonrisa maléfica, pero desarmados no supondrían una amenaza tan grande.

—A menos que queráis recibir un buen golpe, guardad silencio durante el trayecto —susurró la marioneta con intención de ayudarles.

Tobucatmon conocía mejor que nadie los arrebatos del ave y por ende había aprendido a agachar la cabeza, obedecer sin rechistar y comportarse de forma que su captor no interpretase sus movimientos como una amenaza o desobediencia, ya que después de todo aferrarse a la vida era lo único que le quedaba. Debido a ello su mirada mostraba una sumisión perenne.

—Gracias.

Cada vez que Ájax miraba a la marioneta sentía lástima y sus entrañas se revolvían por dentro. Mirarle le recordaba a todos esos digimon a los que había atrapado para llevarlos a los laboratorios de la Capital como sujetos de investigación para Iosefka. Se podía ver en sus ojos el mismo miedo y desesperación que se podía observar en Tobucatmon.

—La Matriarca no deja de exigir resultados, noto una presión en la nuca constante que no me está dejando conciliar el sueño. —Movió el cuello hasta crujirlo. Bajo sus ojos dos bolsas oscuras colgaban y una mueca de cansancio permanecía perenne—. Estoy agotada.

—Estoy haciendo lo indecible para conseguir especimenes, tengo a mis hombres trabajando a destajo. —El cazador se acercó a ella sin mostrar ningún sentimiento—. Dijiste que con el proyecto Digimon World finalizado las respuestas serían inminentes.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora