Provistos con nuevos recursos que QueenChessmon había hecho a bien obsequiarles para la travesía, Ájax, TherionAnansemon y Althea partieron al alba de la Ciudad del Juguete. Tenían por delante un trayecto de muchos kilómetros en el que esperaban encontrar ingentes cantidades de enemigos que intentarían evitar.
Durante el primer tramo fueron acompañados por BishopChessmon, quien les hizo de guía hasta alcanzar la ruta comercial que deberían seguir para llegar a su destino.
—Es muy sencillo. —Señaló con el bastón un rastro en la tierra—. Sólo tenéis que continuar las marcas ocasionadas por los carromatos. Eso sí, tened cuidado de no desviaros al seguir las erróneas.
La pelirroja, que portaba una bolsa de tela a la espalda, asintió.
—Te debemos unas cuantas. —El domador se rascó la cabeza. No le gustaba deberle nada a nadie y menos a un digimon.
—Derrotad a Dagomon. Así estaremos en deuda.
La tarántula asintió, estrechó la mano del alfil y de última le dio un fuerte abrazo como agradecimiento por la ayuda prestada. Como le pasase a su compañero, TherionAnansemon tampoco tenía demasiados amigos, por no decir alguno, salvo el enjambre de arañas donde se crió.
—Nos veremos. Gracias.
BishopChessmon les hizo una reverencia para despedirse. Al contrario que la reina, el fuerte sentimiento de la justicia y lo correcto que poseía le instaba a saltarse las normas y luchar por los mismos ideales que ellos; no obstante tenía una obligación para con los residentes del palacio y los refugiados que no dejaban de llegar.
Pese a recaer sobre sus hombros un difícil cometido, el trío mantenía las esperanzas intactas por conseguirlo. El futuro de muchos, no sólo del alfil, dependía de que lo lograsen, por imposible que pudiera resultarles.
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Un fuerte pensamiento sobre desviarse de la ruta comercial, como así era conocida, rondó sus cabezas a lo largo del sangriento camino en el que encontraron: rastros de sangre, partes desmembradas de cuerpos humanos, carros volcados, caballos muertos... Las víctimas habían tratado de huir sin éxito de sus asediados hogares en busca de la salvación.
—No han tenido piedad... —musitó Althea con el corazón ensombrecido y la mirada ausente aún con todo lo que había visto en el burdel.
—Dagomon ha apostado a una única carta: la de la victoria. —Ájax sintió cierto malestar que le obligó a apoyarse en su compañero—. Sigue una firme doctrina que rige sus decisiones y no tiene intención de detenerse.
La desagradable estampa de varios torsos desnudos enclavados en unos postes de madera turbó su mirada. Él mismo había sido el causante de escenarios parecidos en el pasado, durante sus cacerías, y ahora le atormentaban algunos de los rostros de sus damnificados. Sin embargo no era el único azotado por actos ya realizados...
La oscuridad del entorno conspiraba en contra de TherionAnansemon. Desde que se adentraran en esas tierras días atrás, un susurro que le resultaba familiar no cesaba en su intento de volver a corromperle, de cautivarle, de tentarle con su suculento vigor.
—Po-der...
Esa voz pertenecía ni más ni menos que al mismísimo Sacerdote Supremo que, como ya hiciera tiempo atrás, trataba de sumar al arácnido a su ejército de seguidores.
—Monstruito. Monstruito... —Alzó las manos y chasqueó los dedos de forma sonora—. ¡Estás sordo!
El chasquido hizo que la tarántula saliera de su ensimismamiento; aunque se le veía algo aturdida y nerviosa a partes iguales. Estaba sudoroso.
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Digimon: Rise Of Darkness
Fiksi PenggemarDIGIMON: RISE OF DARKNESS || El sello que mantenía el Mundo Oscuro en su propia dimensión se ha roto, liberando su oscuridad en el denominado Último Mundo. Ájax, un cazador con formación militar, despierta rodeado de lo que más odia, Digimon, viéndo...