Capítulo 49

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El compromiso que Ájax tenía con su cometido era inquebrantable. Por primera vez había encontrado una causa por la que luchar con la que se sentía libre y honesto consigo mismo. Había necesitado su tiempo, pero al fin logró descubrir quien era realmente entre la montaña de emociones que conformaba su caótica vida: era un combatiente valiente, un defensor de quienes le importaban, pero también era una persona noble que se había dejado llevar por el odio... Era hora de actuar desde el amor.

Junto a TherionAnansemon y Althea persiguió a Vulturemon hacia el sumergido puerto. Allí encontraron el escenario idóneo para librar una batalla a muerte.

—Tu tiempo ha llegado a su final.

Cazarrecompensas, trata de personas, confabulación con delincuentes, incluso su turbulenta aunque desconocida para ellos historia con Ponchomon, hasta llegar a su actual status como Jinete del Apocalipsis. Todo en el ave negra alentaba a erradicarla.

—No me hagas reír —graznó—. No sois rivales para mí.

Escucharle revolvía a Althea por dentro. Detestaba sus graznidos casi tanto como el tacto de su plumaje en el cuerpo. Era conocedora de sus gustos y aficiones en el burdel, del trato que daba al resto de prisioneras, y de numerosos encargos que Soulmon le había encargado. Por ello, más que nadie, deseaba verle morir.

La tarántula tomó la iniciativa y, haciendo alarde de su velocidad, alcanzó a Vulturemon y le golpeó en un lateral. Debido a su tamaño sus patas sobresalían del agua y le permitían moverse con cierta libertad. El ave negra rió y vilmente intentó penetrarle el pecho con su guadaña, pero el arácnido agarró con fuerza el rifle CND-26 con sus dos manos para contener el ataque y retenerle en el sitio.

—Me impresionas.

—Tú a mí en cambio no. —Empujó hacia delante para desequilibrarle y a continuación hincó su potente mandíbula en el torso de su adversario hasta que la sangre empapó su grisácea barba.

A duras penas consiguió escapar Vulturemon sin perder un trozo de carne en el intento. Pese a la energía con la que Dagomon le había obsequiado, notaba como los músculos de su cuerpo estaban aún resentidos tras su desencuentro con VileRoachmon... Viéndose entre las cuerdas hizo un sonoro llamamiento y de inmediato apareció una docena de Seahomon.

Los caballitos de mar les atacaron con unos rayos lumínicos poco dañinos, con la capacidad de desatar en sentimiento de odio feroz en sus víctimas.

—Su luz... —TherionAnansemon se tambaleó hasta caer—. Ha sido corrompida por la oscuridad...

El domador y la pelirroja, afectados también, trataron de resistirse sin éxito. Al abrir los ojos, ambos albergaban una impropia mirada de furia; sobre todo ella, quien parecía desprender un aura siniestra.

—Al-Althea... —Pese a su estado Ájax era capaz de mantener el control de sus actos y pensar con lucidez—. Ven. Quédate quieta.

Por otro lado la joven, totalmente influencia, avanzó hacia uno de los Seahomon y empezó a golpearle con sus puños. El agua le llegaba hasta el pecho, donde su vestido verde se revolvía y entremezclaba con sus rojizos cabellos.

La actitud cobarde del ave negra era característica en él. Los retos que le gustaba enfrentar no siempre requerían de un combate físico o de su intervención directa. Sus subalternos los Giromon solían ahorrarle grandes cantidades de trabajo.

—No podemos permitir que escape —ordenó el domador a su compañero.

El odio de la tarántula la tenía paralizada. Conocía sus repercusiones y en lo que podían convertirle. No obstante debía anteponer esos temores a un bien mayor, en este caso acabar con el Jinete, así que se irguió... Sin embargo el rastro de sangre que iba dejando el malherido Vulturemon había llamado la atención de algunos indeseados habitantes marinos: lo menos dos especímenes de tiburón blanco asomaron sus aletas a varios metros de su posición.

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora