Capítulo 30

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La persecución de Vegiemon, acabada en un inesperado rapto, había dejado a Pucchiemon y KoDokugumon solos en aquel desierto sin vida. Para su desgracia Vulturemon, al que ambos habían reconocido como aquel que les había capturado a ambos en el pasado, volaba demasiado deprisa aún con la carga como para seguirle el rimo. En cuestión de tres minutos su imagen se desvaneció en el cielo y tan sólo tenían consigo la visión de una línea recta que no sabían si podrían seguir.

—Nunca les alcanzaremos, es inútil que sigamos corriendo. —La coneja lanzó las dos mochilas al suelo y rompió a llorar—. Sino me hubiera quedado atrás quizás pudiera haber impedido que se los llevara.

—¿Crees que habrías sido rival para ese ave negra? Seguramente te habría capturado a ti también o peor, hubieras acabado muerta. —El arácnido hizo una marca en el suelo con una de sus patas, una flecha, para no olvidar la dirección que debían tomar—. Es el digimon que asaltó tu hogar, lo veo en tu cara y eso te está haciendo reaccionar así. Debes calmarte.

Pucchiemon se giró para que no pudiera ver sus lágrimas y se agachó para abrazarse las rodillas mientras susurraba algo en voz baja una y otra vez. La tristeza invadió también a KoDokugumon, pero en un acto de madurez la combatió con cabeza fría, que era justo lo que ahora necesitaban.

En torno a ello y de manera casi imperceptible, del árido suelo comenzó a brotar una llamativa enredadera que, arrastrándose por el suelo, se acercaba furtivamente hacia ellos.

—Escúchame, Ájax nos necesita más que nunca y es nuestra labor ir en su búsqueda, no es momento para sentirse culpables, eso sólo entorpecerá nuestro camino. —Se acercó a ella y la acarició con sus cuernitos de forma cariñosa—. Anímate, por favor, te voy a necesitar a mi lado para hacerlo.

—¿De dónde sale esa valentía? —preguntó tímidamente la coneja moviendo las orejitas así como los lacitos de la espalda.

—Supongo que cuando nuestros caminos se separaron mi fortaleza creció, de no ser así no podría haber sido capaz de digievolucionar a Dokugumon —reflexionó y estriduló—. Tú también has crecido, ¿recuerdas cuando te convertiste en Hudiemon y nos salvaste a todos?

Refrescar aquel combate dibujó una sonrisa en el rostro de Pucchiemon, que giró la cabeza para mirar de reojo a la araña. El trasfondo de su repentino bajón venía de largo, ya que al igual que al cazador también le estaba costando perdonar algunos actos de su pasado.

—Si hubiera acabado con su vida aquel día, ¿qué habría sido de nosotros?

—Seguiríamos bajo el yugo de Ponchomon, solo que por fortuna tú vida sería cómoda y opulenta, todo lo contrario a lo que hubiera pasado conmigo. —Caminó hasta colocarse frente a ella y le dedicó una sonrisa—. A Ájax le cuesta demostrar sus sentimientos, pero estoy convencido de que él ya te ha perdona por lo que trataste de hacer, así que ya es hora de que lo hagas tu también.

—Estás cambiado.

—Mi actitud infantil no era de utilidad para este viaje y después de haber conocido a Huntermon aprendí a centrarme en lo que de verdad importa o, al menos, a intentarlo —estriduló—. Quizás el necio de Vegiemon fuese un poco osco con nosotros en el pasado, pero tampoco se merece un final cruel y aunque desconocemos las intenciones de ese ave, es nuestro deber acudir a su rescate.

—¿Y si los envía de regreso a Ciudad Firewall? —preguntó asustada.

—Más razón para ponernos en marcha, Pucchiemon —la animó y se dirigió a las mochilas—. Échalas sobre mi espalda y móntate sobre mi lomo, iremos más rápido a mi ritmo.

—¿Estás seguro? —Se levantó dudosa, pero con una energía renovada—. Se dirigían hacia las tierras yermas, quizás jamás les encontremos.

—En ese caso nadie podrá decirnos que no lo intentamos. —Se detuvo al notar algo extraño—. ¿De dónde han salido esta vegetación?

Digimon: Rise Of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora