Samuel se fue temprano por la mañana. Su despedida había sido simple, pero inesperada. Nunca había pensado siquiera que él se preocuparía por saludarme, pero lo había hecho, a través de una nota escrita de manera apresurada, pero lo había hecho. Y era raro, mucho. No obstante, ni siquiera estaba segura de si él había sido quien la había escrito, no conocía su letra así que tranquilamente podría haber sido Miles quien la redactara.
Daba igual, de todas formas.
Lo que no daba igual era el hecho de que aún me sentía agotada por lo que había sucedido el día anterior. Y había deseado quedarme todo el día en mi cama, leyendo un libro o escuchando las historias sobre los puros que me narraba la sombra, sin embargo, no había podido. Miles me había obligado a ir a la escuela. Para mi fortuna, las clases habían sido simples gracias a que las vacaciones de invierno habían sido hacía poco. Pero eso no eliminaba el hecho de que incluso caminar me costaba.
—No me puedo dormir —me quejé en voz alta.
Sabía que la sombra estaba por allí, podía sentirlo, el cuarto estaba demasiado frío como para que fuera natural. Me senté en la cama y alejé mi mano de las cobijas. Intenté prender una pequeña llamita para calentarme, pero no pude hacer mucho, ya que la sombra se proyectó frente a mí y apagó el fuego.
—Tienes prohibido usar tus habilidades, niña bonita —me regañó y arrugué mi nariz en un gesto de incomprensión.
—¿Por qué?
—Ayer te desmallaste, no puedes desperdiciar tu energía —negó y en mis labios se formó un puchero.
—Pero hace frío —lloriqueé—. Podrías dejar de provocarlo —sugerí, aunque era más una exigencia.
La sombra negó y emitió un sonido similar al de un suspiro.
—No puedo, niña bonita, esa sensación es parte de mí, parte de lo que soy —confesó—. Y no voy a irme, la casa está casi vacía, revisé y hay muy pocos guardias. Irme sería arriesgar nuestra asociación... —dijo y se guardó parte de la información. Pero yo ya me imaginaba lo que estaba omitiendo, no quería asustarme, pero era evidente que pensaba que no estaba segura en esta casa y que en cualquier momento alguien podría entrar a llevarme o matarme.
—Entonces...
—Nada, no voy a permitir que uses tus habilidades, es peligroso y mi deber como tu asociado es proteger nuestros intereses y, para que nuestros intereses se cumplan, tú necesitas estar bien —decretó y yo sacudí mi cabeza.
—Y ¿cuáles son nuestros intereses? —cuestioné con mi nueva adquisición, el sarcasmo.
—Cuando los consigamos, vas a saberlo, lo prometo —respondió como si nada.
No sabía que había pensado que iba a responder, pero lo que había dicho no era nada sorprendente, no viniendo de él. La sombra siempre hablaba de nuestros intereses, pero sin referirse a ellos de manera directa, sin explicarnos. Y siempre se aseguraba de decir que eran de ambos, aunque eso no tenía sentido para mí, era literalmente imposible que quisiéramos lo mismo si yo no sabía lo que deseaba él.
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La sombra oculta (completa)
FantasíaUn ser la acompaña desde pequeña. Un ser que se hace llamar su asociado. Un ser que parece conocer todos los secretos del universo: la sombra. *** Maia no tiene recuerdos de su verdadera familia. Según ella, nació y se crio en la calle, oculta entre...