Capítulo 34: La sombra

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Cerré la puerta y me apoyé sobre ella para que Silas no pudiera salir

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Cerré la puerta y me apoyé sobre ella para que Silas no pudiera salir. Mas no lo miré a los ojos, ni siquiera elevé mi rostro, lo dejé inclinado hacia el suelo. No sabía que más podía hacer más que impedir que saliera corriendo. Encima, la sombra me había dejado a solas con él, como si eso fuera a ser de alguna ayuda.

«Es un traidor, un vil traidor», pensé con la imagen del ser en mi cabeza. No podía creer que me hubiera dejado, cuando había sido él quien no había terminado de cerrar bien la puerta. Era su culpa que Silas nos descubriera y me dejaba sola para dar las explicaciones, porque no existía otra manera de impedir que Silas hablara.

—¿Qué...? —Silas ni siquiera fue capaz de terminar su frase.

Me erguí y lo observé de una vez. Sus ojos estaban abiertos de manera exagerada, su piel estaba pálida, se estaba mordiendo el labio demasiado fuerte, tanto que tenía una gota de sangre formada a punto de disolverse entre sus dientes. Incluso sus manos estaban temblando y yo sabía muy bien por qué, la sombra me lo había dicho hacía tiempo: verlo provocaba temor, no importaba si lo veías a varios metros, una vez que lo vislumbrabas en su forma corpórea el temor te invadía y no podías controlarlo, sin importar lo mucho que te esforzaras. Muy pocas personas se salvaban de esa sensación si él no la mitigaba.

—Respira —le pedí al ver que no estaba haciéndolo.

Dejó de mirar de un lado a otro para centrar sus ojos en mí. Comenzó a respirar, pero hacía de manera rápida, asustado.

—Maldición —volví a mascullar e intenté sentir le frío de la sombra para ver si seguía en el cuarto. Cuando lo hallé me encaminé hacia la cama y me agaché. Sus ojos amarillos coincidieron con los míos—. Has que deje de tener miedo.

El ser me observó a mí y luego a Silas. Hizo un sonido similar a un suspiró y salió de su escondite. Silas intentó ir hacia la puerta, pero yo lo detuve, necesitaba que se calmara ante de dejarlo salir. La sombra permaneció en su lugar unos segundos, sin moverse, solo observando al pelirrojo. Ambos permanecieron mirándose a los ojos hasta que, poco a poco, el color regresó al rostro de Silas y él dejó de verse tan atemorizado.

—Si dices algo, mueres —amenazó la criatura con voz más grave de lo normal.

Rodé los ojos y me acerqué a Silas, lo tomé de la muñeca y lo encaminé hacia la puerta, pero él clavó los talones en el suelo.

—No me voy a ir, no ahora —expresó con firmeza.

Lo miré a los ojos y alcé la ceja izquierda.

—¿En verdad crees que no sé como sacarte? —cuestioné y me sorprendí a mí misma al notar lo petulante que había sonado.

—Si me sacas, le diré a la directora sobre tus escapadas, sobre que finges no tener control de tus habilidades, todo, incluida a esa cosa —dijo y señaló a la sombra que no dejaba de observarlo. Silas se removió incómodo al notar eso, mas no cedió. Parecía determinado y yo no tenía los ánimos suficientes para discutir, estaba cansada y confundida.

La sombra oculta (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora