Capítulo 33: La voz desconocida

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Me mordí el labio y avancé con pasos lentos

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Me mordí el labio y avancé con pasos lentos. Hacía tres días que no lograba halar con Maia, ella me ignoraba desde que le había confesado lo que sentía. Intentaba darle su espacio, ser comprensivo, pero que ni siquiera contestara mis mensajes comenzaba a angustiarme.

Suspiré y una vez más el pensamiento de que no debería haberle dicho nada me invadió. Si hubiera permanecido en silencio, si hubiera inventado una excusa o algo...

—Bien, creo que ya no debo dilatarlo más —me susurré a mí mismo.

Desde donde me encontraba podía ver la puerta de su habitación. Y lo más probable era que ella estuviera allí, porque ya era tarde y nuestros entrenamientos habían acabado. Y eso era otra cosa que había arruinado al confesarle la verdad. Ella huía de mí, así que ya ni siquiera éramos un equipo al entrenar. Estábamos bajando el desempeño de forma vergonzosa. La única que de verdad parecía enfocada en el equipo era Sam.

—No, no voy a hacer eso —escuché que Maia mencionó del otro lado de la puerta.

Detuve mi mano a menos de un centímetro de la madera. Estaba hablando con alguien, lo mejor sería no interrumpirla... En realidad, tenía tanta curiosidad que no deseaba tocar la puerta, quería saber qué era lo que sucedía y estaba seguro de que ella no lo compartiría conmigo.

—Es sencillo, niña bonita —replicó una voz grave.

Mi ceño se frunció. Era extraño escuchar a alguien decirle eso a Maia y que ella no reaccionara. No era como si hubiera escuchado a alguien decirle de forma similar antes y hubiera visto que a ella le desagradara. Solo que era difícil imaginarme a Maia como alguien que aceptaba tener apodos... Tal vez no la conocía tanto como pensaba. Claramente no la conocía tanto como pensaba, la noche que le confesé lo que sentía me lo había demostrado con la destreza con la que utilizó sus habilidades.

—No quiero hacer eso, es tonto —replicó con un tono fastidiado—. No quiero verlo, va a ser incómodo.

Por un momento, sentí que había hablado de mí.

—Pero es necesario.

—No veo cómo podría serlo, no sabe nada.

—Ya le dijiste mucho.

La sombra oculta (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora