Un ser la acompaña desde pequeña. Un ser que se hace llamar su asociado. Un ser que parece conocer todos los secretos del universo: la sombra.
***
Maia no tiene recuerdos de su verdadera familia. Según ella, nació y se crio en la calle, oculta entre...
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Respiré hondo y comencé con los calentamientos. Podía sentir la mirada de Silas, de Samuel y de Miller sobre mí. Los tres estaban atentos a cualquier movimiento que realizaba, a pesar de que aún no había iniciado el entrenamiento. Ellos estaban más preocupados que yo, aunque eso no era ninguna sorpresa, puesto que yo sí sabía cuáles eran mis límites y cómo hacer funcionar mis habilidades y ellos no. Retuve una pequeña sonrisa y seguí estirándome.
Silas tenía razón, debía agradecerle. No me había complicado más las cosas como había creído en un inicio. Todo lo contrario, había adelantado el camino que yo pensaba que iba a tardar mucho en tomar, es decir, había adelantado el momento de demostrar la verdad. Y eso era bueno, porque ya no debería fingir tanto.
—Yo voy a practicar con Maia —se ofreció Silas cuando terminé de estirar.
—No —me negué.
No podía entrenar con él, era demasiado arriesgado.
—Maia...
—Aún no estoy lista —mentí y Silas elevó sus cejas.
Que fastidio.
—Es verdad, lo mejor va a ser que los entrenamientos de hoy los utilicemos para afianzar técnicas, mañana va a comenzar a practicar duelos con las instrucciones de Silas, que ya conoce la forma de evaluar de Simmer —razonó Miller y Samuel le dedicó una mirada glaciar.
—Creo que es lo mejor —lo apoyé con la intención de que Samuel cediera.
—Tú conoces tus límites —respondió mi supuesto padre.
Asentí y me acomodé en el centro del salón.
—La espalda —señaló Silas.
—Ya lo sé —bufé, ni siquiera me había terminado de mover.
—Basta —nos cortó Samuel—. Comienza de una vez Maia, primero con el fuego y luego vas a hacer una transición rápida hacia el agua, quiero que rompas tu récord de diez segundos.
Cerré mis ojos, para que pareciera que necesitaba concentrarme, y proyecté una llamita pequeña en mi mano. La hice crecer y la extendí por todo mi brazo, luego la repliqué en el otro, aguanté la respiración y me demoré a propósito en crear la transición entre elementos.