12. Afinación

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Kirito, Klein y Alice se dirigieron de regreso al Dream Drift Customs llevando el dañado Audi de Higa. El McLaren también fue remolcado desde la casa de Kirito, y el personal del taller, dirigidos por el joven Renzo, de inmediato empezó a trabajar en ambos autos.

—No cambien nada extraño al auto de Higa —les advirtió Alice cuando se lo llevaban—. No debe enterarse de lo que pasó.

—Sí sí, lo sabemos —le respondió Renzo—. Qué aburrición, nadie trae aquí sus autos para dejarlos tal y como estaban.

Mientras tanto, los tres se reunieron de nuevo en la oficina para ponerse al tanto unos a otros de todo lo que estaba pasando y volver a analizar su situación. Tanto Kirito como Klein tenían que cuidarse del Sindicato y, en la opinión del primero, también de la División. El Peugeot negro seguía regresando y Klein le había ordenado a sus guardias que lo mantuvieran vigilado. Al mismo tiempo, no podían permitir que alguien se enterara de que Alice, la inteligencia artificial con posibles aplicaciones militares que tantos grupos y bloques políticos buscaban poseer, se encontraba en ICO.

—Entonces, en resumen —quiso concluir Klein, después de que lo hubieran hablado todo, diciéndole a Kirito muy seriamente—. No puedes conducir.

—Sí, creo que eso ya quedó claro —le respondió él, fastidiado.

—Pero en ese caso —le preguntó entonces Alice—, ¿por qué te involucraste en un trabajo como este? ¿No pensaste que podía ser peligroso?

—¿Me lo dices tú a mí? —le reclamó él—. ¿No es también demasiado arriesgado que tú te expongas al público a través de un juego como este?

—Siempre que nadie sepa quién soy o qué estoy aquí no habrá ningún problema, ¿o sí? —respondió ella—. Además, Higa dice que aunque me encontraran, no podrían extraerme de aquí sin acceso a mi cuerpo. Si me encuentro en peligro simplemente puedo desconectarme en cualquier momento.

—Parece que no habrá problema en que te quedes con nosotros entonces —concluyó Klein, luego dirigiéndose a Kirito—. Ahora, en cuanto a tu deuda con los yakuza, ¿a cuánto asciende? Me gustaría poder ayudarte con eso pero...

—Sí, sé lo que estás pensando —le dijo Kirito—. Si intentas involucrarte, seguramente querrán hacerte pagar mi deuda con tu taller.

—Eso es lo que temo —respondió Klein, muy a su pesar—. En realidad no quisiera meter a mis muchachos en esto, en especial a alguien tan ingenuo como Renzo.

—No te preocupes por eso —siguió Kirito—. Yo seguiré por mi cuenta...

—Eso no —saltó de pronto Klein—. No vamos a dejarte solo ahora.

—Es cierto —concordó Alice—. Ahora estamos aquí, podemos ayudarte.

—Gracias pero, ¿qué podrían hacer ustedes?

—Bueno —siguió Klein—, obviamente lo primero debería ser terminar de prepararte. Tal vez no puedas convertirte en un experto asaltante de tiendas, pero al menos podemos darte el equipo necesario. Salgamos otra vez.

—¿A dónde vamos ahora? —preguntó nuevamente Kirito, casi temiendo escuchar la respuesta.

—Será una sorpresa —contestó Klein con una sonrisa, luego dirigiéndose a Alice—. Tú también puedes venir si quieres.

—¿De qué hablas? —le respondió ella—. Claro que voy a ir. No creerán que van a volver a dejarme atrás, ¿o sí?

—De acuerdo —dijo Klein—, pero si vamos los tres no podremos usar el Corvette. Acompáñenme por aquí. Iremos todos de compras.

Sword Art Online: Drive-By Ridin'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora