23. Estupro

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Casi un mes antes.

Un pequeño grupo de personas se encontraba reunido muy tarde por la noche, casi por la mañana, en medio de un viejo almacén en el oeste de Inten City, pobremente iluminado por las pequeñas lámparas que colgaban desde el altísimo techo y casi completamente vacío aparte de ellos y algunas largas filas de estantes con barriles llenos de químicos peligrosos, a juzgar por las señales que llevaban. Oficialmente era el depósito de suministros de un complejo metalúrgico que se ubicaba un poco más lejos del centro, pero además de eso, gracias a sus paredes gruesas, su techo tan alto y a su amplio espacio que no dejaba salir ruido al exterior, era utilizado por el Sindicato para encargarse de algunos de sus problemas que requerían soluciones discretas. En otras palabras, ahí se ocupaban de llevar a cabo tareas que nadie debía ver ni oír y que fueran difíciles de limpiar después. Por ejemplo, lidiar con algún individuo que debiera recibir un tratamiento que seguramente lo haría sangrar demasiado y gritar por su vida.

Entre los que se encontraban ahí estaba el señor Kojima, un líder importante del Sindicato, caminando de un lado al otro debajo del pequeño círculo de luz que proyectaba una de aquellas lámparas en medio de la oscuridad casi absoluta, y abriendo y cerrando sus puños mientras lo hacía, pues la ira lo consumía a tal grado que temía no poder controlarse y adelantarse a hacer él mismo lo que habían ido a hacer todos ahí. No podía hacerlo, al menos no todavía. Sonreía y fingía reírse abiertamente, también en un vano intento de contenerse. Ya después podría hacer todo lo que se estaba guardando.

—No lo entiendo —le decía a la persona que tenía frente a él, también dentro del haz de luz de la lámpara—. No entiendo que es lo que pretendes al habernos dicho todo aquello. ¿Podrías repetirlo una vez más para que todos aquí podamos volver a escucharlo y tratar de darle algo de sentido?

—No sé cómo podría dejarlo más claro —le dijo la chica que tenía enfrente. Se veía muy joven, demasiado para el vestido de noche tan corto y revelador y para todo el maquillaje que llevaba puestos—. Trabajo para la División Virtual. Me enviaron para infiltrarme dentro de su organización. He estado trabajando para ellos desde el principio, desde el primer día en que ustedes me conocieron.

Kojima se había detenido a mirarla mientras hablaba, pero de nuevo tuvo que quitarle los ojos de encima y volver a sus paseos de un lado al otro para intentar asimilar la información que acababa de escuchar por enésima vez. La joven se encontraba completamente calmada mientras les revelaba su traición a aquellos criminales, a pesar de la temeraria posición en la que se encontraba, completamente rodeada en un lugar tan aislado.

—¿Dices que el Ministerio de Asuntos Internos sabe quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí? —le preguntó Kojima.

—Si no lo sabían, lo sospechaban hace meses —respondió ella—. Pero ahora están completamente seguros, con todo lo que hemos descubierto desde entonces...

—¿¡Pero qué cosas!? —preguntó Kojima frustrado—. ¿¡De donde sacan su información!? ¿¡De ti!? ¡Tú no eres más que otra azafata vulgar y corriente de tantas que vienen a trabajar a nuestros clubes! ¿¡Qué podrías saber tú que le sirviera a la División para saber a de lo que se tratan nuestros negocios!?

—Por favor, no son tan estúpidos —le contestó la chica, con cara de fastidio, cruzando los brazos—. Ellos ya lo sabían casi todo acerca de cómo manejan ustedes sus negocios en este lugar. Sólo les faltaban detalles para atar los cabos sueltos. No me subestimes tanto. Te sorprenderían las cosas de las que he llegado a enterarme desde mi posición. Resulta que tus hombres hablan demasiado conmigo y frente a mí cuando están calientes y borrachos, incluso en este juego, sin preocuparles quién los escucha. Y todo lo que he visto y oído se lo he informado a la División. Ellos saben mucho más sobre ti y tus negocios de lo que crees.

Sword Art Online: Drive-By Ridin'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora