Sword Art Online: Drive-By Ridin'

15. Aceleración

Mientras Klein y Alice hablaban en la oficina, ninguno de los dos se había percatado de que Kirito se encontraba justo al otro lado de la puerta ligeramente abierta de la oficina escuchándolo todo. Aún con todo lo que Mochizuki le había dicho dándole vueltas en la cabeza como un enjambre de abejas ruidosas, había estado a punto de entrar cuando se dio cuenta de que sus amigos hablaban de él.

—Sé lo que estás pensando.

—¿Ah sí? —le respondió Klein a Alice.

—Sí, y tal vez no quiero pensar que tienes razón. Tal vez de alguna manera mucho de lo que pienso y hago sí tiene algo que ver con Kirito. Parece como si al final todo se tratara de él, y aunque intento creer lo contrario, no parece ser siempre por accidente, ¿o sí?

—Lo sé, era a lo que yo también me refería. Es como cuando aceptó resolver el caso de Death Gun sin decirnos nada, o cuando se quedó atrás en Underworld para detener a Gabriel Miller mientras tú y Asuna escapaban a través del Altar del Fin del Mundo. Él piensa que tiene que arrojarse a sí mismo al peligro mientras nos hace a los demás a un lado, siempre con la excusa de protegernos. También me siento mal por pensarlo, pero cuando hace algo así te hace sentir como si fueras un personaje secundario en la historia de tu propia vida. Como si fuera una historia que le pertenece a alguien más.

—Entonces lo entiendes ¿no? —le dijo con una mirada decidida en el rostro—. El por qué es que necesito esto.

—Quieres ser mejor que él porque necesitas tener algo que sea solamente para ti —respondió él—. Claro que puedo entender eso. No necesitas que alguien más trate de tomar las riendas de tu vida...

—Pero no se trata solamente de él —lo interrumpió Alice—. Se trata de demostrar que no necesito ayuda todo el tiempo. Ni la de Kirito ni la tuya ni la de esos trabajadores del centro de desarrollo ni la de nadie.

—Oooh, ya veo —dijo Klein luego de una larga exclamación—. Me imagino que después de tanto tiempo sin que te dejen hacer absolutamente nada tu sola en ese centro debes sentirte un poco inútil.

Alice se lo pensó un momento antes de responderle. No entendía por qué terminaba hablando con él acerca de todas estas cosas que tanto la acomplejaban. Tal vez era mejor así, en lugar de hacerlo con alguien frente a quién ya se sintiera inferior de por sí.

—Es increíble que seas tú el que me lo diga, pero básicamente así es —le dijo Alice fastidiada. Después dio un suspiro antes de continuar—. No me malentiendas, nunca me voy a arrepentir de haber conocido a Kirito ni a la Profesora Rinko, pero no me he vuelto a sentir como yo misma desde que dejé de ser un Caballero de la Integridad de la Iglesia Axiom, a quién le confiaban todo tipo de trabajos peligrosos. Innumerables vidas de los habitantes de Underworld se perdieron solo para que yo pudiera salir al mundo real. Y desde que lo hice no dejo de escuchar a todos hablar sobre lo costoso y difícil que ha sido ayudarme a perfeccionar mi cuerpo. Yo también quiero llegar a ser útil para los demás, y pensé que lo único que podía hacer para lograr eso era desarrollar alguna habilidad que ni siquiera Kirito tuviera.

Se veía un poco triste mientras apoyaba su rostro en su mano, mirando al vacío con nostalgia. Si sentirse inútil ya era difícil para él, pensó Klein, debía serlo aún más para alguien que había sido todo menos eso en una vida anterior.

—Pues si me lo preguntas, yo creo que haz hecho un buen trabajo —le dijo Klein, respondiendo a la expresión ligeramente sorprendida que había puesto Alice al escucharlo con una sincera sonrisa—. Conduces bien, bastante bien de hecho. Y no sólo eso, la manera en la que operaste aquél subfusil con el que nos salvaste en la tienda y luego la escopeta en el campo de tiro fue brillante. Para alguien que durante muchos años ni siquiera supo que las armas de fuego existían, disparas como una profesional. Parece ser que tienes un talento natural para estas cosas.