Capítulo3

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Lucas

ㅡEstás acostumbrado a recibir órdenes en el Comando, este trabajo no te será problema.

—Órdenes de ti que eras mi superior. No de una niñata rica y malcriada.

—La niña Jade no es malcriada—refuta.—Necesito hombres como tú en la guardia de esa familia.

—¿Por qué el interés?

—Digamos que le debo un gran favor a Jason Hederson—se encoje de hombros—La paga es buena Lucas, y sabes que la necesitas.

Suspiro derrotado porque Walter tiene razón. No me hace risa ser el niñero de una nena mimada pero a mí y a mi padre nos hace falta la pasta.

—Cuenta con ello—digo y él alza su vaso de whisky  hacia mí sonriente.

Hablo un poco más con Walter y acuerdo el horario en que mañana me presentará en casa de los Hederson mientras me tomo otros tres tragos de whisky.

Camino hacia la estación de trenes mirando constantemente la hora en mi reloj de muñeca. Luego de un año sin volver a casa, hoy por fin volveré a ver a mi padre. 

Llego a tiempo y abordo el medio de transporte que me llevará directo a Manchester. Tomo asiento en uno de los puestos aledaño a la ventana amplia rectangular para deleitarme con el paisaje que sin darme cuenta había olvidado en 12 meses.

El viaje de la capital a mi ciudad es largo y aunque esté cansado no me apetece dormir, al contrario de eso, vienen los recuerdos de mis últimos días en el ejército y la ceremonia luego de mi baja. Siempre me sentí a gusto en mi tropa, con mis soldados a los que siempre consideraré mis amigos, pero desde esa explosión ya no podía ser el Capitán que mis hombres necesitaban.

Desde esa maldita explosión...

Con mis recuerdos algo da vueltas en mi mente: la reacción de papá al verme.

No puedo ni imaginarme lo que dirá o hará cuando me tenga frente, es algo verdaderamente incierto y lo cual me mantiene bastante preocupado.

Mi padre es lo único que me queda en este maldito mundo. 

Luego de 3 horas de viaje llego a Manchester. Me comodo bien la mochila en mi espalda y le pido a uno de los taxis que encuentro en el parqueo luego de la estación que me lleve a mi destino.

El frío estaba bastante intenso acá en el norte del país, ya estaba un poco acostumbrado al calor del Medio Oriente.

Llego a mi barrio y sigue tan tranquilo como lo recuerdo, más bien diría deshabitado, la gente de por aquí no sale mucho de sus casas. Le pago al taxista y subo la pequeña colina empedrada para llegar a casa. Antes de tocar el timbre suspiro pesadamente y de repente siento nervios.

Perfecto, Lucas, te enfrentas a los peores terroristas de Eurasia pero ante tu padre eres un manojo de nervios.

Abre la puerta y sorpresa es lo que se nota en su rostro al verme. Está igual que la última vez que lo vi, de todos modos solo ha pasado un año.

Año que ha sido una eternidad.

Al pasar unos segundos me sonríe levemente y me abraza dándome palmadas en la espalda.

—Bienvenido a casa, hijo mío.

Suspiro y una pizca de alivio me recorre.

 
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Doblo el uniforme y lo coloco en el clóset para cerrarlo y así terminar de desempacar las pocas pertenencias que traje del Comando.

Papá se para en la puerta.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora