Capítulo 32

31 7 1
                                    

Jade

Termino de hablar con mi madre y al colgar, miro la hora en el reloj de mi celular.

Bufo porque Lucas lleva encerrado en su habitación desde que terminó el beso que compartíamos y me hizo...cierta aclaración.

—Ni siquiera ha comido algo—susurro para mí misma.

Abro el frigorífico para ver qué puedo preparar. No sé cocinar, lo he intentado varias veces y no me sale, no como a Marie ni a Lucas, ni mucho menos como lo hacía Jojo pero supongo que algo podré hacer para que no caiga en ayuno.

Busco en mi celular recetas fáciles y rápidas de hacer y encuentro una de como preparar pastas caseras en cinco minutos. Me pongo manos a la obra tratando de seguir al pie de la letra todo el tutorial. Hiervo la pasta, corto los trozos de jamón y trato de hacer una salsa de tomate (en la cual no confío pero tampoco podría dejar el plato sin ella). Sirvo una porción en un plato y lo llevo hasta la puerta de Lucas.

Como puedo, doy par de toques con mis nudillos. No responde de inmediato y lo vuelvo a intentar.

—Sé que no has comido—me aclaro la garganta antes de seguir—Por favor, abre la puerta.

Espero unos segundos. No puede seguirme evitando ¿o sí?. ¿Tanto le molesta mi presencia?. Me rompe el corazón de solo pensarlo. Hay veces que lo siento cerca y otras a una milla de distancia a pesar de encontrarnos solos en una misma casa.

Abre la puerta y me trago el suspiro al verlo. Mi roto corazón comienza a acelerarse cuando me fijo en sus ojos. Tiene la expresión neutra y fría, pero no voy a darme la vuelta para dejarlo solo. Ni pensarlo.

—Entraré—aviso.

—No tengo hambre, Hederson—niega y pongo los ojos en blanco.

—Vas a comer—paso por su lado y escucho como suelta aire pesadamente—No has comido nada.

No responde y tomo aire.

—Jugaré tu juego, Lucas.

Me mira alzando una ceja.

—¿Juego?.

Asiento.

—Fingiré que nada ha pasado entre nosotros. No hablaré del tema—revelo y temo por un segundo que responda de forma despectiva pero, para mi sorpresa, se queda callado—Pero llevas horas encerrado aquí sin comer nada.

Extiendo hacia él el plato de pasta y vacila por unos segundos.

—¿Lo hiciste tú?—duda caminando hacia mí y me quita el plato.

Reprimo la sonrisa cuando lo veo sentarse en el escritorio. Tomo asiento en la cómoda cama y cruzo mis piernas, mirándolo con atención.

—Es una receta que vi en internet—respondo con emoción.

Él asiente sin darle importancia y se lleva el primer bocado a la boca. La sonrisa se borra de mi rostro cuando observo la mueca que hace con la cara y tose de forma estrepitosa.

—¿Qué carajos, Hederson?—me mira—¿Quieres matarme?.

—¿Tan malo está?—dudo y él me observa con obviedad.—Lo que cuenta es la intención, ¿verdad?.

—Definitivamente la cocina no es lo tuyo.

Tú eres lo mío.

Aclaro mi garganta antes de hablar, apartando la atención de otros pensamientos.

—Quería hablar de algo importante—comienzo, ganándome su atención—Necesito ir a casa.

Niega.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora