Capítulo 25

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Lucas

Michael está así por mi culpa.

Me repito una y mil veces que pude haber detenido esa explosión. Por supuesto que pude. Tenía que hacerlo. Era el capitán de mi ejército y fallé en mi deber.

Como mismo le fallé a mi madre.

Trago grueso. La carretera se nubla ante mi vista y aprieto el volante con la mano. El cuerpo se me tensa, los músculos se me contraen y la cabeza me comienza a palpitar cuando...

Siento el suave tacto de Jade Hederson sobre mi mano. Sus dedos entrelazan los míos y mi mirada impacta con la suya, sorprendido ante su repentino acto. Me sonríe y el simple gesto me transmite tantas cosas que quisiera salir corriendo pero en cambio...la sorprendo cuando aprieto su mano, intensificando nuestro agarre. Ni yo mismo sé por qué lo hago.

O tal vez sí.

No admitiré en alta voz que necesitaba algo de lo que aferrarme ante mis destructivos pensamientos, esos que me persiguen y carcomen por dentro desde hace algo más de un año. Aunque ese "algo" fuese Jade, lo agradezco internamente porque estuve a punto de sufrir un ataque desencadenado por los recuerdos y mi propia mente.

Fijo mi mirada en la carretera y los pensamientos se me van a otro lado ante el tacto de la pelirroja:

Ella encima de mí como una diosa que se escapó del Monte Olimpo. El cabello color pasión le caía como cascada por la espalda, se movía con elegancia, con deseo, acomodándose para buscar profundidad, dejando apoderarme de los exquisitos pechos con mis manos, apretándolos como me apetecía. Las expresiones, los gemidos...

Mierda.

Va a terminar conmigo esa jodida malcriada.

El ruido de su celular logra sacarme de mis pensamientos y mantengo mi mirada en la carretera mientras ella toma el artefacto sin terminar nuestro agarre.

No presto atención a lo que habla hasta que un grito estrepitoso sale de su garganta haciendo que pare el auto de un frenazo.

—Está muerta—musita sin darme tiempo a preguntarle que pasó. Fija sus ojos en mí y las lágrimas le corren el rostro—Jojo está muerta. 

●●●

Boris abre la puerta de la mansión Hederson y una sensación extraña me recorre, una amargura para ser más específico. Estaba tan acostumbrado a que Joana abriera la puerta que inconscientemente la busco con la mirada. El golpe de realidad llega cuando recuerdo que acabamos de venir de su entierro.

Dejo que Jade pase primero y la reparo con los ojos, creo que nunca la había visto tan demacrada y triste. Ella es todo lo contrario, es alegría y siempre luce tan impecable. La ropa negra, el cabello mal arreglado en una cola de caballo, los ojos hinchados y el rostro pálido habla de lo mal que la está pasando y no la culpo. Joana era de esas personas que simplemente no puedes odiar. Alguien como ella no merecía una muerte así, inesperada, dolorosa y solitaria.

—Dios mío, los gemelos...—el susurro de Jade sale precedido de un quejido de dolor.—No merecían perder a su madre...no...

Se calla a sí misma y comienza a llorar. Los padres de Jade se quedaron luego del entierro con los hijos de Joana, los cuales tengo entendido que estaban con su padre un tiempo por vacaciones escolares.

Paso saliva y me acerco a Jade por detrás. El silencio de la casa era tan abrasador que solo se escuchan los sollozos de la pelirroja. Vacilo cuando intento poner mi mano en su hombro, no sé consolar a las personas, nunca he tenido esa facilidad e intentarlo me cuesta bastante.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora