Capítulo 34

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Lucas

Estoy jodido.

Es lo que me repito constantemente mirando al techo.

La pelirroja descansa con la cabeza en mi pecho. Sus senos rozándome mientras que una de sus piernas está entre las mías y las sábanas nos cubre hasta la cintura. Mi mano descansa enredada en su larga cabellera. Reprimo las ganas de estrecharla aún más contra mí. Admito que me gusta tenerla así. Desnuda sobre mí, exhausta por las veces que follamos anoche hasta llegar a la cama.

La sensación es tan escalofriante y deliciosa a la vez. Aún pongo en duda lo de salir corriendo. Las cosas comenzaron a cambiar bastante. Ya no es duda sino certeza. Ni siquiera me reconozco a mí mismo. La última relación seria la tuve meses antes de entrar al ejército. Con una chica del colegio donde iba en preparatoria. Luego de ello no ha habido tiempo para relaciones en mi vida. Tampoco las he querido porque nunca se me han dado bien. Los sentimientos son asuntos complicados que siempre he querido mantener lejos.

Pero ahora, vuelvo a repetir, estoy jodido. Siento por Jade una atracción sexual la cual no he dejado de reprimirme un par de veces. En estos momentos, quiero tenerla en mis brazos, quedarnos así como estamos ahora. Al menos por este día. Como si no quisiera tenerla lejos. Como si fuera...Mía.

—¿Qué hora es?.

Pregunta sin quitarse de su posición. En cambio, se acurruca más a mi pecho. Nuevamente siento las ganas de abrazarla pero me contengo y no sé exactamente por qué lo hago. Me gusta como estamos ahora aunque no lo admita en voz alta. A pesar de las cosas que han pasado entre nosotros y lo claro que estoy de que ella siente más. Le prohibí enamorarse de mí y debería dirigirle mínimo tres palabras al día a raíz de ello. Pero quiero ser egoísta. Pensar en mí. Ayer cuando le pedí que se quedara conmigo y la besé, comencé a ser un egoísta.

Si hace meses me hubiesen dicho que tener a Jade Hederson acurrucada en mi pecho me haría tan bien, posiblemente me hubiese reído a carcajadas.

—Diez y media—respondo al fin luego de mirar el reloj cuadrado de mesa.

—Debería hacer el desayuno.

La emoción en su voz no me permite hacerle un mal comentario sobre su comida. Al parecer después de todo si me importa lo que piense.

—Quédate—me sorprende decirlo en voz alta.

La cercanía de nuestros pechos me permite notar como se acelera su corazón. Entonces levanta la cabeza y apoya la barbilla en mi pecho. Sus ojos me miran, llenos de luz. La sonrisa que se forma en su rostro me informa que dirá algo al respecto.

—Quiero hacerlo—musita sin dejar de mirarme.

Me esperaba una burla de su parte pero su respuesta me disloca las sensaciones que estoy experimentando. ¿Pasamos de enemigos a amantes?. Mi propio pensamiento me da risa. Nunca llegamos a hacer enemigos en el amplio sentido de la palabra. Jade se me metía por los ojos mientras yo tardé en darme cuenta de cuánto la quería en mi cama. Estaba muy centrado en apartarla de mí por su personalidad irritante y malcriada. ¿Por qué la apartaba? Simplemente no quería mezclar las cosas y hacerla ilusionar. Pero repito nuevamente que, por hoy, quiero ser egoísta.

—Además, Capitán—me mira con picardía—Usted va a enseñarme a disparar.

Junto mis cejas.

—No te lo decía en serio—digo recordando cuando se lo comenté antes de venir para Primrose Hill. Consideraba una buena idea el hecho de que supiera defenderse sola por si algún día llegara a necesitarlo.

—Quiero aprender o al menos intentarlo—se sienta en la cama mostrándome su espalda desnuda—Algo tenemos que hacer en este encierro.

—Prefiero otras distracciones—comento con seriedad.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora