Capítulo 40

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Jade

La vida era muy injusta.

Lucas había muerto. Y yo no quería acostumbrarme a la idea.

El resto del día me lo pasé llorando, gritando, tratando de aliviar el dolor tan destructivo que me comía por dentro. Me sentía vacía. Y sin ganas de seguir adelante. Como si hubiesen arrancado un trozo de mi vida y lo lanzaron hacia la nada. Y eso me quedaba corto. No tenía con qué describir el dolor que estaba sintiendo. Era inexplicable e incomparable.

Era mi peor pesadilla.

De tan solo pensar que nunca más podré ver su rostro. Ni oler su aroma varonil. Tocar sus labios con los míos. Sentir sus caricias en mi cuerpo. Eso...me destruía...

Me lo quitaron antes de poder avanzar en lo nuestro. Antes de demostrarle lo mucho que lo amaba y todas las cosas que estaba dispuesta a hacer por él. ¿Lo peor? Mi hijo nunca conocerá a su padre.

Las lágrimas vuelven a inundarme mientras que mi madre toma mi tensión arterial.

—Ha bajado un poco—comenta mirando el esfigmomanómetro—Pero no puede subir mucho, Jade. El bebé podría correr peligro.

Asiento con la cabeza. No tengo ganas de hablar, ni de moverme.

—Estas son las semanas más susceptibles del embarazo, hija—explica sentándose en la cama frente a mí. No la miro—Puede que sea duro pero...debes cooperar.

No quiero cooperar, solo quiero a Lucas de vuelta. Y ahora por culpa de Jason ni siquiera puedo llorarle en su tumba.

De repente pienso en el señor Lewis, en su dolor. Perdió a su esposa y ahora a su único hijo. Ojalá pudiera ir a Manchester...pero no tengo fuerzas. Mi madre trajo a la ginecóloga a casa hace unas horas. Ella es doctora y sigue mis pasos cada segundo, pero según su opinión, desea que un especialista lleve mi embarazo. Dicha doctora declaró reposo absoluto porque tengo riesgo de perder al bebé. Puedo sufrir una amenaza de aborto en cualquier momento. La lista de prohibiciones era alta y el reposo era casi absoluto.

—Cariño...—noto como toma mi mano entre las suyas—Háblame por favor, tu silencio me está matando.

—Lo siento tanto—susurro con la voz rota, hablándole por primera vez desde hace horas—Tenía que haberte contado lo de mi padre y Ashleigh pero no me sentí capaz y él prometió...—me callo dejando salir otro sollozo—Tampoco me hubiese gustado que te enteraras de esa forma.

Yo simplemente solté todo lo que llevaba estancado en mi corazón. Pero sigo sin sentirme aliviada. Creo que nunca más lo sentiré.

—Ya lo sabía, cariño—suspira y la miro de golpe. Mamá limpia mis lágrimas y me da una sonrisa triste—Soy consciente de que tu padre me ha engañado en varias ocasiones. Lo que nunca pensé que fuese con una veinteañera que frecuentaba esta casa.

—¿Lo sabías...—dudo sorprendida—¿Y por qué nunca dijiste nada? ¿Por qué nunca te divorciaste de él?.

—Porque todo no es blanco y negro, cielo—responde y creo no entender a lo que se refiere, en estos momentos mi cerebro solo puede pensar en...—Mejor te traigo un té y...

—No—se me vuelve a cortar la voz. La detengo con mi mano para que se siente de nueva cuenta en la cama—Quédate por favor, no me dejes sola. Eres lo único sincero que me queda, mamá.

Me envuelve en sus brazos. Mi rostro se esconde en sus piernas para llorar de nuevo. El pecho y los ojos me arden, no tengo fuerzas para nada más que no sea llorar y lamentarme.

—Me duele, mamá...—susurro como puedo—Me duele mucho.

—Lo sé, mi niña lo sé—pasa sus manos por mi cabello. Puedo notar como su voz se entrecorta—Pero debes hacer un esfuerzo, Jade, no es nada fácil pero debes intentar no deprimirte tanto, no es bueno para el bebé—me recuerda.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora